jueves, 20 de mayo de 2010

INSTRUCCIONES (13): A 1000 kilómetros




Llegados al penúltimo capítulo de la serie “instrucciones” que, de entrada, parecía una buena idea y ahora ya no sé lo que parece, queda por desgranar la última canción del disco. Es decir, habrá un capítulo de cierre (y último), pero hoy vamos a lo nuestro. A 1000 (mil) kilómetros.

Lejos de casa.

Tengo la imagen exacta de cuando escribí esta canción: sentado en el asiento de un avión pequeño, en un aeropuerto pequeño, a mil kilómetros de casa. La escribí en una agenda. A lápiz. De un tirón. Acababa de dar la que es, hasta ahora, mi última conferencia o curso de «experto». De eso ya hace un par de años, al menos.

Volvía, digo, de impartir (vaya palabra: sugiere dividir algo de forma imbécil por la mitad) un curso donde había recibido parabienes y felicitaciones (incluso sonrojantes) por un trabajo supuestamente estupendo. Yo odiaba ese trabajo. Me estuve presionando con él durante dos o tres años. Era como bailar un vals de la mano de tu secuestrador mientras todo el mundo aplaude. Un fraude. Así que, lo siento: se acabó el baile.

Desde ese día ya no he aceptado una sola proposición de ponencia, mesa redonda, seminario, comunicación. Ni siquiera una reunión de trabajo. Soy libre. My life as a fraud: The End. Ahora permanezco a 1000 kilómetros de allí. Cómodamente instalado en el extrarradio. Al lado del camino (¿Quién dijo eso antes y mejor?)

Mi vida como satélite, capítulo I.

—Pero ésta ¿no es una canción de amor? ¿De qué habla este tío?
—Pero vosotros ¿no queríais destripar las canciones? ¡Ah!, no, tenéis razón vosotros (como yo), aquí sois ficción. Vosotros no habéis pedido nada. Soy yo el que se empeña en este asunto. Por cierto ¿hay alguien ahí? Mejor que no. Esto lo escribo para mí. ¡Cotillas!

No, la canción no es sobre el amor: es sobre lo contingente del objeto de deseo, desde el punto de vista del sujeto del deseo. O, en otras palabras: esta canción habla de la nostalgia de no ser ya ése que enamoró a su chica (o a su chico, véase el vídeo) o, quizá, que ya no enamora/rá a nadie.

¿Horrible? ¿Cursi? ¿Pedante? ¿Border-line? No os preocupéis: esto no ha hecho más que empezar. A saco, Paco.

Y, puestos a ir a saco y, a la par, ser analítico, en esta canción hay, al menos —y digo yo— dos asuntos clave:

(1) en el fondo NO soy el mismo: es decir, lo contrario de lo que se suele admitir (si uno se queda en la superficie y no le da más vueltas). Lo habitual es que nos quedemos en el tópico, en el lugar común (para eso es común y es un lugar: para quedarse): pasa el tiempo, tenemos caídas, desmayos, triunfos también. Tenemos novi@s, chic@s, tenemos hij@s. Tenemos trabajos, sustos, alegrías, comuniones y entierros. Cambiamos de casa, de coche, de sistema operativo —aunque siempre funciona mal—. Nos deja de gustar la carne roja y le entramos a los potajes… y pretendemos, después de toda esa traca que, en el fondo, somos los mismos. ¿Los mismos que cuándo? No, no somos los mismos. Gracias al (Neo)Córtex y/o muchas más cosas, cambiamos. Y, si cambiamos ¿por qué seguimos siendo/pretendemos ser continuamente el objeto de deseo de esas abnegadas personas que nos dicen lo majos y lo listos, lo altos y morenos que somos? Y eso en el mejor de los casos: a veces ponemos distancia o la distancia se pone por medio y, entre tanto…
(2) me olvidé preguntar qué era lo bueno que viste en mí: porque eso es lo único que nos llevamos al otro lado del camino. ¿Qué aspecto, qué brillo teníamos? ¿Qué era toda esa energía? ¿Qué recuperar, si todavía hay tiempo? Me olvide preguntar.


Y, claro, obviamente, la distancia. El asunto es la distancia.

Coger distancia.

A veces se coge distancia para saltar (lejos o al suelo, según). Otras veces es (sólo) para pensar (solo).

Yo, entonces era (considerado) un profesor, un experto. Puntualmente. Círculos reducidos. En el mundillo. Siempre hay un pequeño lugar donde dar espectáculo. Alguien al que escuchar. Y, de repente, según esperaba que el avión despegara, que me alejara de allí, me sentí un fraude. Y claro, si lo era para eso, que es como académico, objetivo, tan power-point y tan curricular ¿por qué no para todo lo demás?

Porque, después de todo, ¿qué tiene de malo ser un fraude? ¿Que ya han dejado de ver lo bueno que había en ti?

Coger distancia, decía. No nos dejemos llevar. Un paso atrás.

Un respiro.

En las novelas (o lo que sean) de Rodrigo Fresán (creo, de hecho que en todas ellas, si damos por cierto que ha escrito más de una), suele mencionarse un lugar llamado Canciones Tristes / Sad Songs. Una canción triste: un buen lugar para perderse. Un lugar difícil para regresar. Esta es una.

Este es el lugar. Bienvenidos.

[Acotación: mientras escribo esto escucho el último CD de Klaus & Kinski. iTunes lo clasifica como «Godspell-Religious» (¡); Simultanemante Word corrige « iTunes» por «atunes». Los tiempos están tan raros: ahí sí podemos estar de acuerdo ¿No?]

Una canción triste. ¿Una canción sensiblera? Benjamín Prado dice —bueno creo que nunca lo ha dicho exactamente así, pero lo que sigue es un refrito de varias cosas que sí suele decir— que una canción que se precie, i.e. una canción digna de que se la puedas enseñar a Bob Dylan, no puede contener la palabra “corazón”.

Pues, sorry Prado, lo siento Bob, en esta canción corazón es la gran metáfora: no acierto a ver la razón / será cosa del corazón.

[Acotación nº 2; Obviedad pop nº1: Nadie nos mira con la razón (exclusivamente). Nos miran con/desde algo diferente (pongamos —por qué no— corazón; podía haber escrito «sistema límbico» o «arqueo o paleocórtex», pero, la verdad, no rima tan bien)]

Corazón: Sust. Fam. Algo que es capaz de (o que sirve para) engancharse, enredarse. Útce (utilizase también como excusa).

Atrapar, atrapar, atrapar…

Y coger, de nuevo, distancia. Hasta el siguiente lugar (quizá a 1000 kilómetros).

Nostalgia, distancia, impotencia, fraude. La cosa se pone mal.

(Canciones Tristes. Bienvenidos, de nuevo).

Y había más: esta canción acababa con unos versos que desaparecieron (está bien así, es mejor decir más con menos, incluso decir poco) que hablan de algo como de la necesidad de un ecosistema emocional basado en la pérdida. Decía, la última estrofa: Hubo buenos tiempos seguro / pero habrá que dejarlos pasar.

Sí. Pongamos un poco de distancia ¿mil kilómetros?

A veces es conveniente.

(Y ser un fraude puede resultar muy liberador: a mi me va de coña).

Despega el avión. Apago el iPod (no recuerdo qué canción oía mientras escribía ésta; y me gustaría). Cuando aterriza ya no soy el mismo. Otra vez.

Llevo una canción en el bolsillo. A. tiene una melodía en la cabeza. Esto es un bucle infernal.

Un bucle fantástico.


A 1000 KM

A mil kilómetros lejos de casa, / como siempre me pongo a pensar, / intento recordar. / Me cuesta admitirlo, en el fondo / no soy el mismo. / Busco respuestas / porque… / Los tiempos están tan raros /y no acierto a ver la razón / te escapas de entre mis manos / será cosa del corazón/ No debí alejarme de ti así / y me olvidé preguntar / que era lo bueno que viste en mí / eso tan raro que te pudo atrapar / A mil kilómetros lejos de casa / como siempre me he puesto a pensar.

Mi Lam(b) / La (dis) Fam# / Mi − Lam(b) / Fa#m Mi La Si / Fa#m La Mi Sim La Fa#m La Mi y gran final instrumental en Mi y más Mi y más Mi.



3 comentarios:

Abel Jaime Novoa Jurado dijo...

¿Puede ser algo un auténtico fraude? Este post lo es. Un fraude nada fraudulento. Nos defraudamos a nosotros mismos continuamente (el defraude es quizá lo que nos acompaña invariablemente a lo largo de la vida). Pero ¿quién sabe hacerlo bien? La cancion también es un poco fraude (demasiado ampulosa, demasiado pretenciosa, demasiado para nosotros, grupo fraudulento donde los haya) sin embargo, siempre que la interpretamos, encuentro algún segundo verdadero (a veces minutos). Eso es mucho decir, casi todos los fraudes me suelen defraudar. Gracias Pep por la letra y por la autopsia

Susana dijo...

Un novio al que nunca amé me dijo una vez "todos somos contingentes, sólo tú eres necesaria". Puro deseo. Nada más (menos). El deseo no es contingente, yo creo. Está, por defecto, y es además imprescindible.

Y si no, que nos lo digan a los que vivimos en dos modos: deseo-on / deseo-off.

Bonito post pep. Esto es lo que me evoca

En fin...

Abel Jaime Novoa Jurado dijo...

Joder.. lo he vuelto a leer al llegar a mi consulta y.. pues.. ayer me deprimió un poco y hoy me ha dado energía para continuar