miércoles, 30 de septiembre de 2009

MORBO FRANCES




Espiras regulares y apretadas. Extremidades afiladas. En el microscopio de campo oscuro, el movimiento parecía el característico: rotación sobre su eje, flexión, traslación. Y eso que la úlcera no resultaba muy sospechosa, apenas un pequeño rasguño en la comisura de sus labios perfectos. Cualquier otro habría pensado en una bocera, una rágade, algo sin importancia. Pero no él. Cuando le tomó la muestra, Cristina le acusó de pusilánime. «Siempre estás en lo peor», dijo. Su mujer tenía suerte: él era un buen médico además de un buen marido. Aunque se hubiera dedicado al laboratorio, a la microbiología. ¿Qué podía hacer si nunca le gustaron demasiado los pacientes, las consultas? Tampoco las personas, no, tampoco.

La microscopía electrónica era definitiva: tres flagelos. Treponema pallidum. Así que lo de Cristina, finalmente, era un chancro. Sífilis. Por tanto, un amante. O más de uno. Las personas no, tampoco. Pensó en llamarla. No, mejor volvería a casa. Le llevaría penicilina, algo tan simple. La curaría. Y nada de hablarle sobre la certeza del adulterio, del sexo oral (¡oral!): eso es, penicilina, sencillo.

Y después declararía que no, que él no sabía que era alérgica, qué iba a saber.

lunes, 28 de septiembre de 2009

CONGRESO DE BIOÉTICA EN MURCIA

Entre los días 22 y 24 del próximo mes de octubre se celebra en el Hotel Nelva de Murcia el IX Congreso Nacional de Bioética de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica (ABFyC). El lema del Congreso es “La bioética como motor de transformación”. La Plataforma Creativa Independiente La Momia que Habla es colaboradora del evento y se encargará de la parte “artística”, incluyendo la presentación mundial de su nuevo disco en la cena del Congreso, la organización del Rincón del Artista y el desarrollo de una acción artística en la que participarán todos los asistentes, diseñada por el artista asociado a la Momia, Mario Rubio, que dará que hablar (y que pensar).

La ABFyC es una asociación científica de ámbito nacional constituida hace 15 años por los alumnos del Máster de Bioética de la Universidad Complutense de Madrid dirigido por el Profesor Diego Gracia, alumno y continuador de la escuela de Laín Entralgo en medicina y de Xavier Zubiri en filosofía y auténtico dinamizador de la bioética laica, racional y moderna no solo en España sino, también, en Latinoamericana.


Este post es para recordaros que se celebra el Congreso en Murcia, que el programa es muy interesante, que nos encantaría que fuera un éxito y que asistieran muchos sanitarios murcianos que nos ayudaran a remover algunas conciencias adormecidas que existen en nuestro sistema sanitario público, que es una oportunidad excelente de deliberar acerca de los valores que existen alrededor de la asistencia sanitaria, que viene gente muy buena. Tres ejemplos: la conferencia inaugural, “Ética y política” correrá a cargo de Adela Cortina (catedrática de filosofía política de la Universidad de Valencia y autora imprescindible de libros como Ética sin Moral o Ética aplicada y democracia radical); el viernes por la mañana hay una mesa en plan debate de La clave a la que asistirán el filósofo Fernando Savater, el periodista González Urbaneja, la ex ministra de Sanidad del PP Ana Pastor y el médico intensivista y ex candidato independiente por Nafarroa Bai en Navarra, Koldo Martínez Urionabarrenetxea, para deliberar acerca de la política y la bioética; el sábado 24 clausura Diego Gracia que expondrá lo que hemos llamado el “desafío de Murcia”, una especie de balance personal de la bioética en España y una propuesta de hoja de ruta o de retos para el futuro de esta disciplina en nuestro país.

Animaos y pasad el mensaje a todos vuestros contactos que puedan estar interesados.




MANUAL MOMIA DE AUTOAYUDA (10): Otras aplicaciones del Carné Por Puntos (y una mala imitación de BP)



A Juan Urbano le han retirado ya más puntos del carné de conducir que los que tenía en la cicatriz del apéndice hace cuatro años. Y eso lo sabe con matemática exactitud porque recuerda perfectamente el momento en el que la enfermera bromeaba con él porque se los quitaban el mismo día —6 de Julio de 2005— en el que la Dirección General de Tráfico presentaba en sociedad a tan ilustre invitado (san Carné Por Puntos, en adelante CPP) a través de una sola ley y también unos cuantos millones de euros en publicidad. Y un poquito, tal vez una pizca, de demagogia, para darle sabor.


Desde entonces, a Juan le han quitado 2 puntos por ir a 52 km por hora en la «variante del Makro» que le permite no detenerse, varado y estúpido, en el enorme atasco de la autovía de la Ronda Sur (aunque la limitación en ese mismo atajo de 30 km/h parece, de algún modo, exagerada); otros 2 puntos cayeron al aparcar en una parada de Bus un día que llovía a cántaros y llegaba tarde a por los niños a la salida del cole y, enseguida, los otros 3 por contestarle al móvil a su mujer que sí, que ya había recogido a los niños, que a Laurita ya no le dolía la barriga y que, cariño, me acaban de poner una multa. Además de la huída de puntos, las sanciones suman, aproximadamente, unos 400 €.

Mientras pasea por su barrio, Juan piensa que, dado el formidable éxito para la disminución del número de muertos por accidente de tráfico de la castradora herramienta administrativa, su concepto podría extenderse para aplicarse en muchas otras facetas, si no tan graves, sí de gran repercusión social. A saber:


CPP para maestros (de colegios públicos, los maestros de coles privados/concertados o «siervos de la gleba» permanecen bajo leyes y códigos arcanos que se remontan quizá a la Edad Media): 2 puntos menos si no son capaces de hacer que tus hijos se aprendan las capitales de provincia (y el fútbol sí lo consigue), 3 puntos por ponerles deberes en verano si luego no se los corrigen, 4 puntos si dan clase bajo los efectos del alcohol (porque siguen sin saberse las capitales de provincia). En caso de retirada de carné: 6 meses soportando la clase de su colega y sustituto sentado en el pupitre contiguo a Pedrito «el Pedos».


CPP para médicos (del SNS, por supuesto, los privados permanecerán protegidos por su prestigio, sus compañeros —de la pública— y los palos de golf que esconden bajo la mesa de caoba): 2 puntos si el médico no se identifica / te saluda cuando te recibe en su consulta, 3 puntos si te dice «hemorroides» y no te ha mirado el culo, 5 puntos si espera a verte pálido antes de asegurar «no tonto, que es benigno, que era broma». En caso de retirada de puntos, de vuelta a la Facultad donde aprenderá otra vez tan poco que… así sucesivamente.


CPP para policías de tráfico (en justa reciprocidad): 2 puntos en el (remoto) caso de que el semáforo, en ese mismo cruce que quieren regular «a mano y silbato», se muestre claramente más eficaz que ellos; 3 puntos si te paran en carretera pero es sólo para pedirte fuego (¡y encima el tipo sonríe!); 5 puntos si se olvidan de las maniobras de RCP básicas excepto cuando a la accidentada está como un queso y además no le ha pasado nada. Al consumir todos los puntos, se les condenará a trabajos comunitarios tales como sonreír por la calle, acompañar a niños al cole, asistir al teatro, leer poesía, etc. (a ver si así se les pasa de una vez la mala h… ).


CPP para funcionarios (de cualquier administración central o autonómica): 2 puntos si el «aquí no es» después de que uno haga la cola en el lado equivocado no se sigue de un «pero no se preocupe que se lo soluciono en un momento», 3 puntos ante cualquier manifestación equivalente a «pero es que no me va a saber rellenar el formulario, si es pa’ tontos, coño», 5 puntos si no te hablan en tu lengua materna, por ejemplo, el serbocroata o el dálmata. Al consumir todos los puntos se obligará al funcionario a residir en diferentes colas (a escoger) durante unos tres meses y proponer medidas de mejora (que no supongan, en ningún caso, la revisión del convenio).

Juan piensa que sí, que es posible, que tienen razón en todo eso de la coerción, las consecuencias, la propocionalidad… sí, sí, está muy bien todo eso. Juan Urbano y su cuenta corriente son muy conscientes de todo esto. Pero no puede evitar considerar que, en (maticemos: probablemente, disculpen) un número excesivo de ocasiones, el ciudadano es sujeto de tantas regulaciones, sanciones, impuestos, obligaciones, vacunas, recomendaciones, anuncios… Así que Juan se sienta en un banco público y por tanto descuidado de un jardín público y por tanto descuidado y se decide a escribir las bases del definitivo y esencial:
el carné por puntos para políticos. Y sabe que esa proustiana tarea quizá no acabe nunca. De tan necesaria.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

A todos vosotros, ¡muchas gracias!

Este blog empezó, aproximadamente, hace un año. Hasta hoy ha recibido unas 5000 visitas. A mí, que lo de la telaraña global me sigue pareciendo un milagro tecnológico y los amigos un milagro (laico, ya sabéis, pero un milagro) a secas, tanta fidelidad me abruma. Entonces, aquel 11S de 2008, decíamos esto . Yo, sinceramente, ya ni me acordaba. De hecho, hace nada , he vuelto a decir casi lo mismo. Como si la desmemoria me trajera (curioso) pruebas de coherencia. O como esos abuelitos que cuentan siempre la misma batalla. Pero ¡qué se puede esperar de una momia! Nada fiable, espero.


Aquí os pongo una foto del panel de Google Analytics que controla los números y la procedencia de las entradas al blog (no controla quién entra, tranquilos: los demenciados fieles a este blog quedan completamente anónimos).




Lo primero que llama la atención es ¡que crece! Y eso, generalmente, es bueno. Aunque ahora se ha puesto de moda (y seguramente es una filosofía que viene para quedarse) el decrecimiento. Y yo me apunté hace un tiempo y me sienta mejor que el Pilates.


Pero en el informe/panel se pueden ver otras curiosidades: la página más visitada, aquella referencia a Andy Chango y su disco (magnífico) sobre Boris Vian , con 273 visitas (quizá más que discos haya vendido: la verdad es que el pobre Chango y su Vian pasaron bastante desapercibidos, creo; una pena). O los países desde donde recibe visitas el blog: vale que algunas entradas son simples rebotes desde buscadores, con permanencias de segundos, pero da mucho gusto ver más de 190 visitas desde Argentina (uno de los mitos fundacionales de La Momia), o una visita de Vacaville, California. En serio, del mismo Vacaville. Y uno de Jaipur (India) que estuvo unos 40 segundos viendo la página. Un error supongo: no hay momias en Jaipur, allí los cadáveres les gustan más como al ast. ¡Ah! y, me imagino que Gloria, que es un encanto, es la que nos lee de vez en cuando desde Miami. Saludos, estimada, de parte de todas las momias.


Amigos, gente perdida por la red, curiosos, misteriosos y pálidos viajeros frente a sus pantallas planas, buscadores automáticos, rastreadores de códigos ocultos, policía cibernética, ojeadores de talentosos escritores (no, esos no vienen nunca, me refiero a los talentosos), más amigos, ex-amigos, compañeros del trabajo, familiares... Y, de este lado, alguna que otra momia locuaz y sensiblera.


Ya os digo, un milagro.

Y yo, un privilegiado que sigue disfrutando como un cerdo (perdón) con todo esto.




lunes, 21 de septiembre de 2009

¡SORPRESA!



Estoy encantado de comunicar a nuestro pequeño entorno momia que mi relato "Bebé" ha resultado finalista en el VIII Premio de relato Mínimo "Diomedea" que se convoca en el blog de Sergi Bellver (que siempre ha estado linkeado en el margen del nuestro, para deleite de los curiosos del relato).

Y me he quedado así, como con una risa tonta.

domingo, 20 de septiembre de 2009

HELARTE DE INTENTARLO


Hoy me he quedado así como de piedra cuando me he metido en un viejo comentario (no me acordaba de él) que puse en nuestro primer espacio virtual compartido, nuestro myspace de la momia que habla (¡ya llevamos 5428 visitas!) en un apartado que llamamos actos poéticos y con el que nos entretuvimos unos días (me acuerdo que entonces hablábamos de hacer poesía con la vida al modo de Los detectives salvajes de Bolaño). Escribimos muchas chorradas y algunas ideas bellísimas de lo que era poético en el día a día, como las de Pepe Momia,
Hacer una sentada, solo frente a la habitación vacía de tus hijos, para que aseguren por contrato volver siempre; dibujar a lápiz una cara sonriente en la página 150 de tus libros preferidos en la biblioteca pública (y dibujarle mofletes si encuentras el de otro); señalar letras sueltas en la primera página del periódico que formen al unirlas la frase “te veo cada vez más guap@” y dejarlo (casualmente) sobre la mesa del comedor; quitar el papel del suelo que afea la entrada del museo; sentarse en un banco a contemplar un árbol con la atención necesaria con la que se debe observar a un ser vivo; robar un libro de teoría matemática y recitar a Neruda cuando el librero salga corriendo tras tu estela de poeta en acción” o las de Josema Momia:
“... esconder las heridas, no, mucho mejor enseñarlas y comprobar que las tuyas pueden ser insignificantes junto a las de otras/os; comprobar que quieres ser más niño a la vez que los niños quieren ser tú (siempre acerca posturas)…; que se puede tocar cualquier instrumento porque se trata de expresar (siempre después de ensayar lo mejor posible); que si en ocasiones no estás bien también sabes que siempre se puede estar peor; que cuando estás bien también sabes que en pocas ocasiones se puede estar mejor y lo cuidas como un tesoro; que la frase "tengo prisa" es un fuerte enemigo; inventar una loción para los mosquitos contra "picaduras de hombres"...

Yo puse mis chorradas y entre ellas ésta: “trabajar para un gobierno del PP creyendo que se podría conseguir, intentar encarnar el liderazgo paradójico y llevarse unas buenas hostias (los dos agui), estar en jabalí nuevo y seguir sonriendo (y eso que es el nuevo), dejarlo todo, quererlo todo, que te vuelvan las ganas, mi blas, tener sofocos, no querer quedarse calvo, creerse el efqm (eso es fe!), cantar como la mariangels, ser partera, llevar coleta, er chuf...

En aquel, ¡parece tan lejano! Febrero de 2008 llevaba 4 meses de reciclaje, preparando mi regreso a la vida civil tras mi paso por la política ya que tuve el honor y la suerte de gestionar una interesantísima área política (¿esta era mi pinta!), la de la calidad, la formación y la investigación sanitaria durante casi tres intensos años gracias a la confianza que demostró en mí la Doctora María Teresa Herranz, Maite, a la que tocó dar la cara por algunos de nosotros, incautos optimistas, que como yo aterrizamos en la gestión de lo público para hacer Política sin tener ni idea de hacer política.
Muchas personas, conociendo mi ideario político, siempre muy alejado del que puede defender un partido como el pp, se sorprendieron de mi decisión de aceptar trabajar para un gobierno de derechas y, con toda legitimidad supongo, pensaron en una especie de voltereta ideológica o de acrobacia intelectual por mi parte con el único fin de tener un alto cargo político (lo complejo es siempre interpretable). Por ejemplo el comentario de Frisco a la nota que he reproducido más arriba y que escribió 8 meses después en nuestro myspace (no la copio literal porque es un tanto barroca):
a ver, Abel, trabajar para el pp pensando que se podría conseguir ¿que?!!...sin embargo hacéis bien en trabajar para el pp porque quizá consigáis lo que en el fondo, razonablemente dada la sociedad en que vivimos, queréis: forraros…

Claro, yo sabía que algún precio personal iba a tener que pagar (no lo digo por el burdo comentario de Frisco) por esa decisión, en esta sociedad que tenemos tan polarizada (supongo que por culpa de los medios de comunicación, de los propios políticos y, claro, de los mismos ciudadanos.. es más fácil creer que hay buenos y malos…) pero, la verdad es que no me arrepiento de haberla tomado: creo que la Política es un oficio muy complejo, difícil y necesario y que está excesivamente, aunqe parezca paradójico, politizado (parece que en política las decisiones que tomes tuvieran siempre que ir contra “el otro”, los rojos o los fachas, me es igual, y no a favor de los ciudadano que es de lo que se trata) Yo siempre he defendido la existencia de un enorme espacio en “lo público” dentro del cual se pueden buscar soluciones de consenso, buenas para todos, basadas en la prudencia, la razón y el diálogo, no sesgadas, no politizadas con minúsculas (detrás de la política con minúscula siempre existe intereses espureos, económicos, de poder por el poder e incluso psicológicos, de gente poco madura, vaya, que necesita esos cargos para creerse más.. os sorprendería saber cuánto tonto solemne, utilizando una expresión afortunada de Rajoy, existe en ese mundo).
Yo no tengo la sensación de haber tenido que hacer ninguna contorsión personal: trabajaba lealmente para un equipo dirigido por Maite Herranz, con unos fines que compartía y que no estaban en absoluto sesgados o tenían directrices, mediante unos medios que intentamos, en nuestra etapa, fueran lo más democráticos y transparentes posibles. Nadie me pidió un carnet ni ningún compromiso más allá de los propios del ejercicio responsable del cargo.
Bueno yo nunca he tenido la necesidad de explicarme delante de nadie, ni la tengo ahora: hice mi trabajo lo mejor que pude, consciente de mi enorme responsabilidad y también del privilegio que significaba gestionar la confianza del ciudadano que es el que, en última instancia, me otorgaba el poder, aprendí mucho, conocí a mucha gente muy interesante, y también a mucho bellaco. He tenido el impulso de escribir este post al leer el comentario del sectario y simple de Frisco y un artículo en El País del viernes que os recomiendo. El autor intenta defender la postura de los tres ex ministros que han dimitido como diputados estos días a los que define como “profesionales de prestigio” que “no necesitan la política para tener un lugar al sol”. Opina Vallespín que estos profesionales más o menos independientes “contribuyen sin duda a oxigenar la política partidista” y continúa: “Quienes dan el salto desde la sociedad civil no están necesariamente guiados por un interés inmediato; responden más a un compromiso personal con un proyecto que a la búsqueda de prebendas específicas” Cuando esa etapa termina y emprenden el viaje de vuelta, termina Fernando Vallespín no lo hacen “por ver frustradas necesariamente sus ambiciones de poder, sino porque es llegado ya el tiempo de retornar allí donde tienen su auténtica vocación. Los habrá que se lleven más o menos decepciones o alegrías, pero no hay nada dramático en ello, forma parte de la lógica secular que ha acompañado siempre al compromiso con la política activa”.

Sirva este post como homenaje a los Doctores María Teresa Herranz, Francisco Agulló y Tomás Fernández que tan dignamente encarnaron el ideal de servidor público en una apasionante etapa que tuve el privilegio de compartir con ellos. Amén

viernes, 18 de septiembre de 2009

MANUAL MOMIA DE AUTOAYUDA (9): Cómo empezar un (nuevo) curso.

Los años, obviamente, empiezan en Septiembre. Por mucho que intenten disimularlo. La cosa del ajuste acaban imponiendo su propio ritmo y el ritmo de las cosas termina por ajustarlo todo. Aquí, además, suele coincidir con una especie de segunda primavera a la que solo le faltan algunas flores para completar el disfraz.

Yo, con permiso de la Wikipedia (donde dice que la flor de septiembre es la caléndula), creo que Septiembre es el mes donde florecen las papelerías. En sus estanterías aparecen bolígrafos y rotuladores, gomas de borrar, cuadernos, estuches y esas reglas tan llenas de catetos que parecen un pueblo visigodo: los cartabones. A los ¿papeleristas? ¿papelereros?... a los… dependientes de las papelerías se les pone una cara que es una mezcla de «ahora sí que —paradójicamente— hacemos el Agosto» y «mecagüen en los descuentos del Carrefour». Pero ellos, los ¿paperenführers? saben que no hay nada que temer: no hay nada como una pequeña papelería de barrio, de esas con el material amontonado, con productos por descubrir que ni el propio ¿papelerólogo? ¿papelerómano? sabe que tiene en venta. Como ocurre en las ferreterías, como en las (antiguas) tiendas de discos. Como en la habitación de mis hijos, vaya.

Para empezar el curso, amigos Momias, hay que pertrecharse de material nuevo, entre los que destacaremos:

1) Una regla graduada (con pulgadas por el otro lado por si, de una vez por todas, nos invaden los británicos que ya han tomado —en su acepción de bebérsela— la costa): para ir midiendo las distancias que nos separan a unos de los otros (los otros sois vosotros, claro) y darnos cuenta de que no es tanta (además, siempre puedes reducir el tamaño del mundo en Google Maps o viajando, o leyendo…).

2) Un transportador de ángulos: que nos permita ver las cosas de una manera menos oblicua. O más aguda, que no es lo mismo.

3) Una goma de borrar: aunque siempre quedará la huella, una pequeña marca. Así que mejor un Tippex… pero siempre quedará el manchurrón… bueno, mejor seguir intentando olvidar, aunque siempre queda y queda.

4) Un cuaderno, para anotar las cosas con buena letra y renglones rectos; ocasionalmente se puede utilizar cuadriculado si queremos contar (numéricamente) cosas con el método típicamente carcelario, por ejemplo, las veces que hemos hablado de más. O de menos. Ejemplo para desinformados de este sistema de contabilidad analógico, al margen.

5) Un estuche… aunque parecen pequeños ataúdes… No, un estuche, no.

6) Un diccionario, aunque no haya forma de entenderse. Ni de saber cómo demonios llamar al tipo que despacha en la papelería. Ah, y uno de idiomas que explique por qué los alemanes celebran el Oktoberfest en Septiembre.

7) Papel de forro, para todas esas cosas, tantas, que hay que pasar por ahí.

8) Folios en blanco, que de este año no pasa saber hacer una pajarita con papiroflexia/origami, que ya va teniendo uno una edad de aprender las cosas que realmente valen la pena.

9) Libros, muchos libros. Pero nada de matemáticas, ni de lengua. Más bien de conocimiento del miedo, y no estoy disléxico.

Y claro, y sobre todo, una agenda escolar. Para ver el año empezar y acabar en Septiembre. Como debe ser.

Feliz curso.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

CANCION PROTESTA


Sí, ya sabéis, es un tema recurrente en este blog. Así que no abundaremos en los porqués, pero el asunto es el siguiente: cuando lo políticamente correcto lo invade todo, cuando no está bien visto tomar partido, cuando en nombre de la complejidad se aplastan las soluciones más obvias… ¿se pueden hacer canciones sobre política? Sí, sobre política, sobre el poder, sobre los que toman las decisiones y en un abrir y cerrar de gemelos Dupont se llevan por delante media selva del Amazonas con todos sus nativos dentro o les regalan dinero de nuestros impuestos a los bancos (¿debería escribir “banco” con mayúsculas?) para que los reinviertan en bonos-basura, o hipotecas sub-prime o en ese deporte de masas tan educativo, la fórmula 1. Como dice nuestro Lidl, nos sobran las razones (que son esas cosas que riman tan mal, añado yo). Porque claro, ahora que ya no hay pijos ni en los outlets ¿puede haber progres? ¿y pop-gres? Ni en sueños (de hierba), diréis, neocons del demonio.


Pues sí. Nosotros afirmamos (cantamos, que es bastante más fácil, ya lo sabemos) que, con la que está cayendo, no podemos seguir como el burro en el belén. Medio dormidos. De rodillas. Mirando cómo los regalos se los lleva otro. Y al día siguiente a trabajar en la huerta. Y encima el jefe es carpintero y no tiene ni idea de plantar berzas.


Así que, inspirados por el espíritu de ese burro sobreexplotado, sin convenio que lo proteja (de nada, Sony), pero que le da, cada día, su aliento cansado, su apoyo incondicional, al hijo del jefe (que, encima, ni trabaja y siempre está de botellón con los amigos), hemos hecho esta canción, una canción protesta, para el disco nuevo. Una canción casi antigua para una situación donde han cambiado algunos protagonistas pero las víctimas continúan siendo las mismas. Una canción que se puede cantar o gritar. Una canción montada con fotos, con trozos sacados de Internet (gracias a todos las que las colgaron por ahí) como un patchwork global. La última imagen es una foto de Covarrubias (eso ponía en Google), pero es casualidad. Como las demás. Como nosotros, por casualidad.


Con vosotros, un adelanto del nuevo disco a medio terminar: CANCIÓN PROTESTA.



martes, 15 de septiembre de 2009

MANUAL MOMIA DE AUTOAYUDA (8): Cómo evitar adjetivos (innecesarios).


En algún lugar entre Uganda, Congo y Rwanda los niños salen de noche de sus aldeas al camino. Buscan un sitio donde dormir a salvo de los rebeldes. Si no se marchan, probablemente, los rebeldes entrarán en la aldea, los encontrarán, los violarán y/o los matarán. Si no los matan se los llevarán y los convertirán en soldados, en niños-soldado. Más tarde, semanas o meses después, podrían volver a la aldea en la siguiente incursión y ser obligados a matar a sus padres, o a sus hermanos, para demostrar su valor y su lealtad a la causa de los rebeldes. Lo harán a machetazos o con un bate. Así que ellos, cada noche, salen solos o en pequeños grupos al camino. Andan varias horas, varios kilómetros. Con suerte les encontrarán algunos de los cooperantes que trabajan en la zona (hay una misión de la ONU desde 1999 aunque creo que ya no hay militares españoles allí desde 2006) y les ayudarán a pasar la noche a salvo. O tal vez no.

             En algún lugar entre Uganda, Congo y Rwanda sobran los adjetivos. Y también algunos nombres propios, algunas iniciales: FARDC, brigadas de Laurent Nkunda, FDLR, FNI, FRPI,  grupos Mai-Mai, MRC. Todos ellos secuestran niños y/o cometen actos de violación y otra violencia contra niños. Estas iniciales, una vez desarrolladas en sus correspondientes palabras, contienen muchos adjetivos (democrática, nacionalista, patriótica, revolucionario…). Entre líneas, entre los puntos que separan tantas iniciales, sin embargo, sólo se advierte una palabra, una palabra que se viene repitiendo como un eco desde hace siglos: genocidio. Y, con ella, las armas y más motivos de venganza para alimentar el futuro y el horror. 

«¡El horror! ¡El horror!», dijo Kurtz. ¿Cuánto hace que escribió Conrad «El corazón de las tinieblas»? No hace tanto tiempo. No lo suficiente. Hace pocos años Cormac McCarthy escribió “La Carretera” donde desarrolla una receta de horror para el futuro: un niño transitando con su padre por una carretera en un mundo quemado, donde solo quedan cenizas, hambre y la amenaza de ser devorado por animales que tienen la misma forma que tú. El problema de algunas metáforas es que parecen documentales y algunas profecías, recuerdos.

 Desde aquí exportamos con facilidad armas y vehículos de gran tonelaje, pero, por algún motivo que no entiendo, no conseguimos exportar Derechos Humanos, que seguro que pesan bastante menos y son más fáciles de entender, y no precisan de libros de instrucciones, ni cambiar de cultura ni de religión. Tecnología disponible (y olvidada) desde el siglo XVIII. 

Seguro que eso incrementaría nuestra economía, nuestra balanza de pagos. Nuestra dignidad. Falta inteligencia, voluntad y valor (sustantivos) y, también, a pesar de todo, nos faltan noticias. Este video está en inglés (como la publicidad de perfumes que oímos en Navidad). Dura 12 minutos (como el tiempo dedicado a esa misma publicidad entre dos cortes de una mala película que no consigues apagar, atascado en el sofá). ¡Ah! y la película que se estrenará pronto basada en “La carretera” de McCarthy seguro que dura más y tiene más presupuesto. Pero también estoy seguro de que no añadirá nada.


Night Commuters

 Me lo mandaron unas personas que trabajan allí —y que dicen que quieren tener alas en su próxima reencarnación: desconocen que ya las llevan (solo les salen alas a los que se las trabajan)— a través de Facebook. No los conozco personalmente, tampoco conozco a esos niños. Nunca había oído hablar de un lugar llamado Kivu, entre Uganda, Congo y Rwanda.

 Ellos trabajan allí. Ellos sí los conocen. A ellos seguro que se les ocurren los adjetivos adecuados.