lunes, 29 de diciembre de 2008

FRANK BASCOMBE (1)

Acabo de terminar “Acción de Gracias”, la última novela de Richard Ford y la última, probablemente, en la que aparezca Frank Bascombe, tras “El día de la Independencia” (1995) y "Periodista Deportivo" (1980, creo). Como afirma Rodrigo Fresán, yo también me he convertido en Frank Bascombe (tras leer las dos últimas): su manera de estar en el mundo, de relacionarse con sus semejantes, de... viajar en coche y, sobre todo de narrarlo, trasmitiéndonos la riqueza de lo cotidiano, los matices de las relaciones humanas reales, me ha subyugado hasta el punto de que… me siento mejor. Todavía no sé por qué coño me siento mejor, pero así es: el estilo Bascombe es un canto a la esperanza y me conecta… “con la eternidad” (como a Fresán), con lo infinitamente grande pero también con lo infinitamente pequeño, cercano, humano… Joder son 6 días, tres de la década de los 90 y tres de la primera del 2000 en 1295 páginas (dos libros). Eso casi es una eternidad. Y lo estupendo es que se te hacen cortos.
Así comienza El Día de la Independencia: “En Haddan, el verano baña las calles suavizadas por los árboles como un bálsamo extendido por un Dios negligente, lánguido, y el mundo marcha al ritmo de sus propios himnos misteriosos” Además de su capacidad de crear metáforas bellas, continuamente lanza reflexiones cargadas de una filosofía de la vida escépticoesperanzada (impregnada del optimismo de la gran comedia norteamericana, optimismo del patético, el Lemon de El Apartamento, optimismo del cínico, el Grant de Historias de Filadelfia e incluso optimismo ético, de un Atticus Peck/Gregory Finch en Matar a un Ruiseñor).
Aquí va esta joya: “Un hecho triste, claro, de la vida de los adultos es que uno ve cosas a las que nunca se adaptará que le apuntan desde el horizonte. Uno las ve como los problemas que son, uno se preocupa tremendamente por ellas, hace previsiones, toma precauciones, realiza ajustes; se dice a sí mismo que cambiará el modo en que hace las cosas. Pero no lo hace. No puede. En cierto modo, ya es demasiado tarde”. Claro que Frank está, en El Día de la Independencia, en pleno “periodo de existencia”, ese en el cual “ya has visto pasar, como barcos averiados, el número suficiente de crisis sin arreglo, y te das cuenta de que arreglar una de cada seis constituye una buena media y que hay que dejar que del resto se ocupe el tiempo” El libro describe en gran medida la relación y los sentimientos de Frank con su hijo adolescente y conflictivo, Paul, de 15 años (le acaban de pillar mangando tres cajas de condones) y su posición ante él me parece muy lúcida: “Naturalmente no le puedo explicar casi nada. La paternidad en sí misma no proporciona una sabiduría que merezca la pena impartir… El punto de vista de un padre sobre lo que está bien o mal en su hijo probablemente sea incluso menos acertado que el del vecino de la puerta de al lado, que sigue la vida del chico por una rendija de la cortina. A mí, claro está, me gustaría hablarle de cómo hay que vivir y desenvolverse gracias a todo tipo de fórmulas de compromiso, decirle lo mismo que me digo: que, en realidad, nada “encaja” perfectamente, que los errores son inevitables y es preciso olvidar las cosas malas. Pero durante nuestras breves conversaciones parece que solo soy capaz de hablar indirectamente, frívolamente, antes de batirme en retirada, por temor a equivocarme, a complicar las cosas o a discutir con él, y ser su terapeuta en lugar de, simplemente su padre. De modo que con toda probabilidad nunca le proporcionaré un buen remedio para su enfermedad y ni siquiera me haré una idea correcta de cuál es ésta, sino que sólo sufriré con él durante un tiempo y luego me iré…Así pues, lo peor de ser padre es mi sino: ser adulto. No hablo el lenguaje adecuado; no me enfrento a los mismos temores y contingencias y oportunidades perdidas; mi sino es saber muchas cosas y, sin embargo, tener que estar parado, como un farol con la luz encendida, esperando que mi hijo vea el resplandor y se decida a acercarse al calor y la luz que le ofrece calladamente

Queridos y queridas: leed a Richard Bacombe/Frank Ford… es la vida (continuará)

miércoles, 24 de diciembre de 2008

He's not here.





Definitivamente, esto de la distribución de las películas en España (para esto y otras cosas, Ejpaña), no hay quien lo entienda. El creativo biopic sobre Bob Dylan dirigido por Todd Haynes y, supongo y espero, una peli estupenda teniendo en cuenta al director, a los actores y el original formato, no hay forma de poderlo ver en Ejpaña. En I’m not there, que así se titula el asunto, Dylan es interpretado por seis diferentes actores, seis, ¡de diferentes edades, sexo y razas! en lo que parece, más que un homenaje, una aceptación de lo que este gran metamorfoseador que es Bobby ha hecho con su propio personaje.

La peli, desde luego, pinta muy bien. Todd Haynes ya dirigió otra titulada Velvet Goldmine sobre el mundo del glam rock con David Bowie e Iggy Pop como motivos inspiradores. Por cierto, peli producida por Michael Stipe, de los R.E.M.

El caso es que la peli en cuestión, que habría que retitular (eso que tanto les gusta a las distribuidoras en Ejpaña, “I’m not there (y tú que lo digas)”, ya ha pasado por diversos festivales: Cate Blanchet (que interpreta al Dylan de la época de la famosa gira por UK, la época que se puede ver con detalle en el documental de Bob Neuwirth, “Don’t look back” y en gran parte del “No direction home” de Scorsese) se llevó la copa Volpi en Venecia a la mejor actriz (donde la peli también recibió el premio Especial del Jurado) y, creo, una nominación a los premios Oscar. Si no me equivoco, en Europa ya se ha estrenado, al menos en París (ahí al lado está la foto de la entrada ¡de Dic ’07! que he pillado en otro blog)…pero aquí, por supuesto, no. Es más, ya está a la venta en DVD, que FNAC anunció que distribuiría en Diciembre en España, pero, tampoco hay DVD. En la página web de FNAC no es encontrable (por cierto, si ponéis “Bob Dylan” en el buscador os saldrán también las películas de “Bob Esponja”) y en su tienda de Murcia, desde luego, tampoco.

La película se terminó y se estrenó, aparentemente, en el resto del mundo civilizado (y también en USA) en 2007, el año en el que a Dylan le dimos (porque es nuestro dinero, me refiero) el premio Príncipe de Asturias (acompañada de una poética acta del jurado que dice que Dylan es un “mito viviente en la historia de la música popular y faro de una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo. Austero en las formas y profundo en los mensajes, […] conjuga la canción y la poesía en una obra que crea escuela y determina la educación sentimental de muchos millones de personas. Por ello mismo, es fiel reflejo del espíritu de una época que busca respuestas en el viento para los deseos que habitan en el corazón de los seres humanos”.) En 2008, al tipo le han dado también el Pulitzer (mención especial) por su (mucho más prosaica la Universidad de Columbia) “profundo impacto en la música popular y en la cultura americana marcado por composiciones líricas de extraordinaria potencia poética”. Por cierto, en este link podéis ver la foto de su hijo Jesse (que parece más bien su padre) recogiendo el premio. Vaya que no se puede decir que Dylan no está en el “candelabro”.

Por si fuera poco, en la peli sale Charlotte Gainsbourg el papel de Sara (Lownds) y Julianne Moore haciendo de Joan (Baez). ¿Se puede pedir más? Bueno parece que se puede pedir algo menos: según algunos de los afortunados espectadores de Anglosajonia (como diría Espe), las secuencias tipo peli del Oeste donde se rememora el rodaje de Pat Garrett & Billy the Kid son bastante flojas y Richard Gere no está demasiado bien en ellas (lo que no es sorprendente, por otro lado).

El caso es que la peli no se estrena aquí ni se puede ver en DVD ni nada. La distribuidora (Vértigo) anunció su estreno para Febrero ’08, pero no. Después salieron reseñas (en la web de los 40p) que apuntaron a Marzo ’08. Actualmente no news que, para esto, is bad news, o sea, nada de nada. En la web de Vértigo, no está entre los “próximos estrenos” y, aunque se puede encontrar la “ficha” de la película, se ha clausurado el foro donde la gente exigía(mos) su inminente estreno, que ya será hora.

Yo, por si acaso, conseguí el doble CD de la banda sonora que consiste en estupendas versiones de muchos de sus temas reciclados por buenos cantantes y mejores grupos y he encargado a Amazon el DVD de la película (que no sé si podré visionar en mi reproductor, por eso de las características regionales de los DVDs, caca de globalización, joder) que me tardará, por correo normal, un mes aprox. (caca de globalización, joder, bis).

Mientras tanto, a disfrutar de High School Musical 3, Madagascar 2 (parece un partido de fútbol) o Superhero Movie. O, de nuevo, del tráiler, que ya me lo he visto cienes de veces. O buscándola (no la he encontrado) en lugares P2Prohibidos. ¡Vaya tela! (deben ganar algunos). ¡Y qué viva el canon, San Copyright, El Minijterio de Gultura y la madre que parió a todas las distribuidoras!

Definitivamente, He’s not here.

viernes, 19 de diciembre de 2008

LIBERTAD de Paul Eluard

Declaración Universal de los derechos humanos. Fragmentos:

"Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes." Art. 5

"Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado."Art. 9

"En mis cuadernos de escolar
en mi pupitre en los árboles
en la arena y en la nieve
escribo tu nombre.
En las páginas leídas
en las páginas vírgenes
en la piedra la sangre y las cenizas
escribo tu nombre.
En las imágenes doradas
en las armas del soldado
en la corona de los reyes
escribo tu nombre.
En la selva y el desierto
en los nidos en las emboscadas
en el eco de mi infancia
escribo tu nombre.
En las maravillas nocturnas
en el pan blanco cotidiano
en las estaciones enamoradas
escribo tu nombre.
En mis trapos azules
en el estanque de sol enmohecido
en el lago de viviente lunas
escribo tu nombre.
En los campos en el horizonte
en las alas de los pájaros
en el molino de las sombras
escribo tu nombre.
En cada suspiro de la aurora
en el mar en los barcos
en la montaña desafiante
escribo tu nombre.
En la espuma de las nubes
en el sudor de las tempestades
en la lluvia menuda y fatigante
escribo tu nombre.
En las formas resplandecientes
en las campanas de colores
en la verdad física
escribo tu nombre.
En los senderos despiertos
en los caminos desplegados
en las plazas desbordantes
escribo tu nombre.
En la lámpara que se enciende
en la lámpara que se extingue
en la casa de mis hermanos
escribo tu nombre.
En el fruto en dos cortado
en el espejo de mi cuarto
en la concha vacía de mi lecho
escribo tu nombre.
En mi perro glotón y tierno
en sus orejas levantadas
en su patita coja
escribo tu nombre.
En el quicio de mi puerta
en los objetos familiares
en la llama de fuego bendecida
escribo tu nombre.
En la carne que me es dada
en la frente de mis amigos
en cada mano que se tiende
escribo tu nombre.
En la vitrina de las sorpresas
en los labios displicentes
más allá del silencio
escribo tu nombre.
En mis refugios destruidos
en mis faros sin luz
en el muro de mi tedio
escribo tu nombre.
En la ausencia sin deseo
en la soledad desnuda
en las escalinatas de la muerte
escribo tu nombre.
En la salud reencontrada
en el riesgo desaparecido
en la esperanza sin recuerdo
escribo tu nombre.
Y por el poder de una palabra
vuelvo a vivir
nací para conocerte
para cantarte
Libertad".


FELÍZ NAVIDAD Y QUE EL 2009 SEA UN AÑO BONITO Y LIBRE.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Mi lista (a las baquetas)


Fin de año, tiempo de listas, que no de balances, porque éstos, los balances, son algo contable, es decir, todo eso del debe y del haber y, claro, todos los años se debe uno algo, y hubo de haber más de lo que hubo, probablemente, no sé si me explico. A mí se me ocurre hacer lo siguiente: mis diez momentos favoritos del año y mis diez sensaciones-sapo, por orden. Desde luego, podría alterarse el orden y seguro que lo más importante lo olvidé. Y a lo mejor miento o me miento, pero, a día de hoy, esta lista es la que ha acudido a la memoria.


Buen rollo:


10. Juntar en el cerebro la canción “Disneylandia” de Jorge Drexler con el/los argumentos/s de Nocilla Dream/Experience y salir ileso.

9. Oir a Love of Lesbian en Mayo en Elche y a Kula Shaker en Junio en Lorquí (y repetir a LÖL).

8. Descubrir, leer y disfrutar a Rodrigo Fresán y a Edgar Keret.

7. Escribir algunos cuentos y una medio novela y, de esa forma, conocer a Eva y a Jorge.

6. Escribir canciones.

5. Tocar con el grupo (cualquiera de los ensayos y actuaciones, aunque, puestos a escoger, quizá en “La muralla” porque no tenía silla y descubrí que puedo tocar mal a la vez que bailar peor).

4. Viajar –a varios sitios– con Abel y Rosa y que no se cansen de mi (o, al menos, que no lo digan, qué gente tan elegante).

3. Bañarme con los niños en Taormina, Sicilia (y tirarnos desde lo alto de esa piedra en mitad de la bahía).

2. La sonrisa de algunas pacientes, cuando se van de alta.

1. La sonrisa y la mirada, limpia y atractiva, de Lou, un año más.


Mal rollo:


10. No haber leído a Faulkner, a Roth, a Durrell (Lawrence) y a tantos otros, un año más, y, encima, releer a Salinger, a Cortázar, a Monterroso y a tantos otros, un año más, y sorprenderme de no recordar casi nada de ¿lo esencial?

9. No haber hecho (pero nada de) deporte.

8. Continuar sin aprenderme (la mayoría de) las canciones del grupo.

7. Haber dejado de ser competitivo (¿o quizá eso es bueno?).

6. Traducir a Dylan al castellano y que rime (y que Él no lo sepa nunca).

5. No poder evitar que una momia se fuera de/por la platamorfa, a pesar de tanto y tan buen vino y cava, y tantas explicaciones, en aquella comida.

4. No querer acabar ese dichoso proyecto de investigación (y que el asunto te persiga incesantemente).

3. Dejarles a deber un viaje a Madrid y otro a Barcelona a los niños.

2. No saber ser mejor médico que el año pasado.

1. Recordar, otro año, que el 18 de septiembre ella no cumple más.


Esta enumeración puede, en fin, resumirse en dos: doy al 2008 por (muy) bien vivido y al 2009 por (bastante) bien merecido.


¡Salud!, momias y demás parientes.


lunes, 15 de diciembre de 2008

TRAGEDIAS(TM): el dolor de los demás.


Continuamente se ciernen tragedias de escalas impredecibles –y con una puesta en escena en difícil competencia con la tragedia previa– desde la pantalla del televisor, en nuestro salón tan Ikea, tan colonial, tan Luis XV o quizá zen, un verdadero washitsu feng shui (aunque uno es concepto japonés y el otro chino, pero a nosotros no nos importa ¿verdad?). Mientras almorzamos, descansamos, o simplemente nos desparramamos frente al televisor, la sangre llena los píxeles RGB del plasma tan plano que acabamos tal vez de comprar y estropea con su reflejo nuestro sofá minimal –menos mal que es completamente desenfundable– fabricado en ¿indonesia?

Digo todo esto tan desagradable, lo siento, porque, del reciente terror anarco-nihilista-fundamentalista de Bombay me llamaron mucho la atención las declaraciones de una de las personas que lo sufrieron allí. No, no me refiero a Esperanza Aguirre. Tranquilidad. No, era otra conciudadana nuestra que había ido allí por negocios, si no recuerdo mal. La mujer, en ese castellano un poco más rico o menos pobre de lo habitual y que todavía identifica una buena educación y un buen presupuesto invertido en lainfancia, comentaba que todo le había parecido propio de “una película”, algo “irreal”. Tragedia-ficción, por tanto. Del mismo modo, en las entrevistas que ha realizado Antonio San José en Cara a cara para CNN+ a algunos de los afectados, que habían sido retenidos en hoteles o en el caos callejero de un Bombay atacado, bombardeado, secuestrado, en algún momento se escuchaba de boca de Antonio San José la frase “[Señor o señora Tal], bienvenid@ a la realidad, de nuevo”.

La realidad, por supuesto, significa nuestra realidad, es decir, lo que ocurre de puertas del salón, tan mono y feng shui, hacia dentro. De esta forma se supone que entendemos todos que la violencia, su caos y su valor en términos de dolor añadido, es propio de “otra realidad”, algo, por tanto, más cercano a la ficción que al reportaje. Sorprende esta forma de verlo en un país, esta España, donde la violencia no nos es, para nada, ajena y el terrorismo ha sido una constante en los últimos años. Quizá los que vivimos aquí, también vivimos el terrorismo de ETA o las bombas de Atocha como algo que sucede “en otro lado”, aún habiendo sufrido bombas y tiros en alguna ocasión en nuestras propias comunidades, en nuestras propias ciudades, aunque eran “los otros”, siempre son “los otros” las víctimas y siempre vienen “de fuera”, los criminales, los que ponen las bombas.

Sin embargo, basta haber visitado alguno de los lugares afectados, puede ser Yugoslavia en los 90 o Atocha hace mucho menos para comprobar cómo el terror y la violencia humana pueden afectar a las comunidades más similares a las nuestras: ahí al lado, aquí mismo, junto al kiosco donde compras el periódico del domingo con el semanal, ese símbolo de civilización frente a la barbarie, al pie de ese kiosco de Atocha, junto al Imaginarium donde le compras una peonza luminosa a tu hijo, murió un tipo exactamente como tú, tan único, tan aficionado al fútbol, tan padre de familia… tan prescindible. Basta darse cuenta, gracias a tu pantalla plana de alta definición, en el salón donde te tomas la Mahou esa tan fresquita, fíjate, que los tipos de las camillas en Afganistán o Irak, los afectados por el terremoto o el corrimiento de barro en algún remoto lugar de centro ¿o era sud? América, perdón, américa, que esa américa se escribe con minúscula, muchos de ellos visten camisetas con el logo de Calvin Klein o zapatillas Adidas, o les gusta(ba) la Coca-cola y quisieran comprarse/haberse comprado un Toyota y tener un sofá de Ikea en su salón desde donde poder ver que esta vez somos nosotros los que saltamos por los aires, que, en esa película gore de matanzas y guerras más o menos declaradas, de hambrunas o tifones, esta vez somos nosotros los protagonistas y es nuestro sofá de Ikea el que aparece reventado y lleno de sangre mientras ellos, claro, siguen aposentados en la realidad, en su realidad. Que debería ser más parecida a la nuestra, algún día.

Violencia de seudo-ficción (allí, del otro lado del plasma), tragediasTM mezclada con indolencia y perplejidad (aquí, de este lado del plasma). Mala cosa, mala mezcla para alimentar nuestras sobremesas. Habrá que repasar a Susan Sontag.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Sic


He soñado

con una cafetería

de un pueblo encantador

donde Mario Benedetti

me servía un café.


A Don Mario se le veía

sin bigote

y muy bajito

(apenas levantaba del mostrador).

Ahora que lo pienso,

quizá fuera Albert Einstein

y yo lo sentía Benedetti

(los sueños tienen estas cosas).


Yo había llegado allí

como alumno,

a tomar un curso

de Poesía Simbolista (sic)

y, por lo visto, un café.


Debatíamos,

frente a la benéfica mirada

de Benedetti,

sobre un texto de Thomas Mann,

o quizá fuera de Goethe

(los sueños con alemanes

tienen estas cosas).


Al poco, paseábamos

por una ciudad lluviosa

y presenciábamos

la inauguración de un hotel

de decoración extraordinaria:

en la fachada,

por los balcones,

y dispersas por la plaza,

estatuas de bronce y óxido,

tótems, emblemas, figuras

de oscura factura,

de extraño significado.


Alguien, otro alumno,

me hizo observar

que el edificio era uno más

de la cadena “Dark Hotels” (sic)

–estética gótica, ya sabes, dijo,

(los sueños con poetas

tienen estas cosas).


Y yo, soñando, pensaba

que, puestos a soñar,

prefería la cafetería

con la mirada de Benedetti,

y con mi café,

pero los sueños tienen estas cosas,

se dejan soñar

pero no se dejan (sic)

escoger.

sábado, 6 de diciembre de 2008

¿Genios?...¡ni muertos!


En el suplemento semanal de El País de la semana pasada, el artículo firmado por Javier Marías se titulaba “Todos los genios muertos”. Para los que no lo leyeran o no les apetezca leerlo completo en el link anterior, me atrevería a resumir el argumento copiando simplemente las últimas frases, a modo de conclusión (descontextualizada) del artículo. Sostiene Marías, Javier, que:

“Da la impresión de que -sobre todo en España- sólo se elogia encendidamente a quienes ya no pueden molestar ni persistir ni hacernos sombra. Da la impresión, incluso, de que alabar así a esos infortunados es una manera de fastidiar a los vivos: "Vosotros no sois genios como ellos, jodeos", parece ser el mensaje. Sería de desear que los escritores, críticos, editores y gacetilleros tuvieran la valentía de percibir la "genialidad" a tiempo, y que se abstuvieran de proclamarla a posteriori, cuando suena inevitablemente artificial y oportunista, incluso si la razón los asiste. La razón también hay que tenerla a tiempo, para tenerla de veras”.

Unas líneas antes Marías menciona a Bolaño, Foster Wallace y Alberto Méndez como, me atrevo a interpretarlo así, genios (o quizá no tanto) no reconocidos (o quizá demasiado) hasta después de muertos. Del primero dice que “pasó muchos apuros económicos” y que “no fueron muchos los críticos y colegas y editores que apostaron por él cuando estaban a tiempo de hacerlo un poco más feliz”. De Foster Wallace que “solía aparecer en enumeraciones muy largas de “nuevos valores literarios” de su país” (las cursivas son mías y las comillas de Javier Marías). De Alberto Méndez (“Los girasoles ciegos”) un autor que le “ha parecido prometedor y aplicado, pero no más que eso”.

Es cierto que Méndez no tuvo, desgraciadamente, reconocimiento (literario) en vida si exceptuamos que fue finalista del Max Aub y recibió los premios Setenil y el de la Crítica; el premio Nacional de Narrativa lo obtuvo un año después de su muerte. Sin embargo Bolaño y Foster Wallace sí lo tuvieron, el reconocimiento en vida, me refiero. Podría discutirse lo tardío en el primer caso (de la mano de Herralde) o lo precoz en el segundo, pero ambos obtuvieron premios de prestigio, alabadoras críticas y disfrutaron de la admiración de muchos de sus colegas.

De alguna forma, al leer el artículo de Marías –pero claro, igual entro al trapo de la provocación, sin más– no puedo evitar oler un tufo horripilante a muerto innecesariamente removido, injustamente calificado y groseramente mencionado y mal resumido y apreciado. No creo que Bolaño, Foster-Wallace y Méndez se merezcan esa (des)calificación. No creo tampoco que en la nómina de la buena literatura quepan sólo algunos y escasos elegidos ¿por quién?, ni que se precisen necesariamente carreras reconocidas en el momento de la producción de su obra. Sobran ejemplos. Y eso no descalifica su reconocimiento aunque sea tardío, aunque sea tras su muerte. Si la sentenciosa frase de Marías “la razón hay que tenerla a tiempo, para tenerla de veras” suena a refrán malintencionado por su parte, “más vale tarde que nunca” sería su adecuado contra-refrán en este contexto. ¿Por qué le cuesta tanto a Marías –y supongo que de ahí todos cojeamos – escuchar alabanzas a obras ajenas, a obras realizadas por colegas de profesión? Pero de eso a sentirse ofendido, perseguido, (“jodeos”, dice) por glosas a egregios fallecidos, parece exagerado, hasta para el campeón olímpico de los narcisistas, si lo fuera, que no es el caso. No existe esa disciplina olímpica, me refiero.

Yo no dudo que Marías es (también, como los anteriores) un “genio”, palabra probablemente excesiva y siempre generosa, pero, a veces, parece querer desmentirse. En el diccionario de la RAE (su RAE), la acepción más adecuada para el uso que le da Marías a esa palabra, a “genio”, es “capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables” y por tanto la “persona dotada de esa facultad”. Creo que los tres mencionados admiten esa definición. Justo (y elegante) sería que Marías bajara de su ego unos instantes, sin hacerse daño por favor, y lo reconociera aún post-mortem.

Supongo que, al final, la razón hay que tenerla, argumentarla y, si fuera posible, condimentarla con otros valores, por ejemplo elegancia, pero no condescendencia y, para nada, vanidad, tanta vanidad. “La vanidad es una mala dieta para amar” dice Martín Buscaglia.

Y no sé por qué escribo esto, al fin y al cabo, a mi Javier Marías… ¡ah sí!, ya recuerdo, porque Bolaño, Foster Wallace y Méndez están entre lo mejor que he leído en los últimos dos años.
Eso era. Eso.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Nota del T. (arado):


En estos días que tanto se oye hablar de un colegio público donde se quiere descolgar un crucifijo por orden judicial, de repente me cruzo en el camino con un pie de página, o mejor debería decir, para no salirme del ámbito semántico adecuado, tropiezo, camino de mi Gólgota particular, con una “Nota del Traductor”, que me ofrece muchas preguntas y, como siempre, escasas respuestas. Es lo que tienen las notas al pie: son como esas soluciones que plantean más problemas. Díganselo a David Foster Wallace, si lo ven.

La nota al pie a la que me refiero está en el relato “Great Falls” del libro de Richard Ford (muy recomendable) titulado “Rock Springs”, Compactos Anagrama, 2004, página 38. En el cuerpo principal del relato se lee:

“Fue en una noche de esas cuando nos sobrevino la desdicha. Era a finales de octubre. Lo recuerdo porque aún no había llegado Halloween(1), y en las ventanas de las casas por las que pasaba todos los días camino de la escuela de Great Falls la gente había puesto faroles de calabaza y espantapájaros sentados en las sillas de los jardines”.

En la Nota del T. que clarifica la palabra “Halloween” con el superíndice “1”, Jesús Zulaika, o sea, el “T.” en cuestión, pone: “El 31 de octubre, víspera de Todos los Santos. Los niños norteamericanos acostumbran celebrar esa fecha disfrazándose y recorriendo las casas del vecindario para pedir golosinas. Son tradicionales en esta fiesta las calabazas huecas, con ojos y boca iluminadas desde el interior con velas encendidas”.

De la “Nota del T.” me llamó la atención, además de la escasa precisión sincrética del T., el hecho mismo de que se viera forzado a explicar al lector el significado de la palabra “Halloween”, que, creo yo, está bastante incorporada a nuestra cultura y no precisaría más aclaración, quizá menos, que, en la misma página, “coréguns”, “ánsares moteados” o “barnaclas canadienses”, las cuales, desde mi particular ignorancia cinegética, soy incapaz de imaginar, por lo que sí me gustaría ver ancladas a una Nota al Pie específica, en plan Jara&Sedal.

A lo que iba, que se me va el discurso disgresivo…¿llegará un momento que en nuestras escuelas públicas los crucifijos estén tan convenientemente descontextualizados que exijan una “nota al pie”? o, por el contrario ¿necesitamos que Burton, Tim Burton, nos haga un “Pesadilla antes de la Semana Santa”, para contextualizar adecuadamente el crucifijo y librarlo de malsanas asociaciones pretéritas?

No sé, la Nota del T. me ha dejado intranquilo, me sigo preguntando: ¿Por qué Halloween es ya más real que la fiesta de los mozos de la mili? ¿Por qué se siguen celebrando en los pueblos de España las fiestas de los mozos cuando ya no hay mozos, ya no hay mili y, en cambio, sigue habiendo guerra y soldados que se mueren, matan o los matan? Es más: ¿podría haber canciones con notas al pie? Imaginemos: “Bulería(1), bulería, tan dentro del alma(2) mía”,

Nota del (supuesto) T. de Bisbal (-esnotienenrebedio): 1) palo flamenco más típico de Jerez de la Frontera, generalmente de tres o cuatro versos octosílabos. Suele emplearse como estribillo de otros palos flamencos, como por ejemplo la soleá; 2) principio o entidad inmaterial e invisible que poseerían algunos seres vivos, por ejemplo, los ánsares, incluso los moteados, cuyas propiedades y características varían según las diferentes tradiciones y perspectivas filosóficas. V infra en voz "FAES".

Pero no, si me meto en perspectivas filosóficas que definan el alma de los ánsares, eso debe ser de Educación para la Ciudadanía y, entonces, mejor lo digo en inglés, que así lo recomienda Camps, ese librepensador:

For God’s Sake, take the crucifix out from our public schools, please.

Do you understand, Francisco?