En medicina, uno de los postulados del paradigma médico actual sería la existencia de entidades a las que hemos denominado enfermedades. Una vez aceptado este postulado, el trabajo de la ciencia médica se encamina a describir tales entidades y establecer sus causas. Las entidades nosológicas se convierten en nuestros compartimentos conceptuales, dentro de los cuales intentamos acoplar el fenómeno natural de la enfermedad. Si digo que este paciente tiene una angina de pecho solo puedo decirlo a condición de tener una idea previa de lo que es un ángor. Observar, es estructurar un modelo teórico. Cuando observo algo siempre tengo que describirlo, para lo cual debo utilizar una serie de nociones que ya tenía antes, referidas a una representación teórica, normalmente implícita.
La observación nunca es enteramente pasiva ya que está influida por factores como “mis teorias aceptadas previamente sobre la organización de la realidad” (mis paradigmas) o el contexto (nuestro entorno nos condiciona, influye en nuestro modo de mirar). Es decir, la observación es más bien una organización de la visión. Solo veré las cosas en la medida en que éstas se correspondan con un “cierto interés”; eliminaré de mi visión elementos que no forman parte de lo que observo, por que no son significativos o relevantes. La noción de observación “completa”, por tanto, no tiene sentido, ya que observar es siempre seleccionar y estructurar y, por lo tanto, abandonar lo que no se considera.
Cuando el médico se informa a través de la exploración física o mediante pruebas complementarias, no recibe esta información como una entidad exterior sino que está interpretando el mundo desde un universo común de lenguaje médico. Para observar siempre referimos lo que vemos a nociones previas. Una observación es una interpretación: es integrar determinada visión en la representación teórica que nos hacemos de la realidad. Esta construcción nunca es individual sino social, aparece en un contexto determinado, está socialmente institucionalizada
Lo que da a la observación una impresión de inmediatez es que no se cuestionan las teorías que sirven de base para la interpretación. Cuando palpo una hepatomegalia no cuestiono mi concepto de hepatomegalia porque entonces ya no tendré la sensación de observar sino de teorizar. Una observación será, por tanto, una manera de mirar el mundo, integrándolo en una visión teórica antigua y aceptada. Esa ausencia de elemento teórico nuevo es lo que produce el efecto “convencional” o “cultural” de observación directa de un objeto. Una observación no nforma de algo real en sí sino que es una descripción útil para un proyecto
Si las observaciones contienen siempre elementos de interpretación y de teoría, mal podríamos decir que la observación de la realidad es el “punto de partida indiscutible de la ciencia”. Las proposiciones empíricas que solo cuentan “lo que vemos” y que serían la base fundamental de todo conocimiento científico, son ya en parte proposiciones teóricas. La imagen del trabajo científico de acuerdo con el cual empezaríamos por recoger observaciones que expresaríamos con proposiciones empíricas indiscutibles en las que, seguidamente, trataríamos de encontrar proposiciones teóricas explicativas, es pura imagen de ficción. Lo que parece ocurrir es que en la práctica científica, en determinado momento, se consideran hechos empíricos ciertos elementos de una descripción, de acuerdo con el paradigma aceptado. Esos hechos empíricos no se cuestionan de momento.
La observación nunca es enteramente pasiva ya que está influida por factores como “mis teorias aceptadas previamente sobre la organización de la realidad” (mis paradigmas) o el contexto (nuestro entorno nos condiciona, influye en nuestro modo de mirar). Es decir, la observación es más bien una organización de la visión. Solo veré las cosas en la medida en que éstas se correspondan con un “cierto interés”; eliminaré de mi visión elementos que no forman parte de lo que observo, por que no son significativos o relevantes. La noción de observación “completa”, por tanto, no tiene sentido, ya que observar es siempre seleccionar y estructurar y, por lo tanto, abandonar lo que no se considera.
Cuando el médico se informa a través de la exploración física o mediante pruebas complementarias, no recibe esta información como una entidad exterior sino que está interpretando el mundo desde un universo común de lenguaje médico. Para observar siempre referimos lo que vemos a nociones previas. Una observación es una interpretación: es integrar determinada visión en la representación teórica que nos hacemos de la realidad. Esta construcción nunca es individual sino social, aparece en un contexto determinado, está socialmente institucionalizada
Lo que da a la observación una impresión de inmediatez es que no se cuestionan las teorías que sirven de base para la interpretación. Cuando palpo una hepatomegalia no cuestiono mi concepto de hepatomegalia porque entonces ya no tendré la sensación de observar sino de teorizar. Una observación será, por tanto, una manera de mirar el mundo, integrándolo en una visión teórica antigua y aceptada. Esa ausencia de elemento teórico nuevo es lo que produce el efecto “convencional” o “cultural” de observación directa de un objeto. Una observación no nforma de algo real en sí sino que es una descripción útil para un proyecto
Si las observaciones contienen siempre elementos de interpretación y de teoría, mal podríamos decir que la observación de la realidad es el “punto de partida indiscutible de la ciencia”. Las proposiciones empíricas que solo cuentan “lo que vemos” y que serían la base fundamental de todo conocimiento científico, son ya en parte proposiciones teóricas. La imagen del trabajo científico de acuerdo con el cual empezaríamos por recoger observaciones que expresaríamos con proposiciones empíricas indiscutibles en las que, seguidamente, trataríamos de encontrar proposiciones teóricas explicativas, es pura imagen de ficción. Lo que parece ocurrir es que en la práctica científica, en determinado momento, se consideran hechos empíricos ciertos elementos de una descripción, de acuerdo con el paradigma aceptado. Esos hechos empíricos no se cuestionan de momento.
Los objetos, por tanto, no están dados en sí, independientemente de todo contexto cultural. Sin embargo, no son construcciones subjetivas, en el sentido corriente de la palabra, es decir, individuales, sino que gracias a una manera común de verlos y describirlos, los objetos son objetos. No se puede describir el mundo según mi subjetividad, tengo que integrarme en algo más grande, más amplio, una institución social, es decir, una visión organizada admitida comunitariamente. En este caso, los médicos al observar la realidad y encontrar hechos, los incorporaríamos a una visión aceptada por la comunidad médica, es decir, la realidad clínica es objetiva en la medida en que es intersubjetiva.
No es nuestra finalidad negar la importancia de la objetividad sino que se trataría de tomar distancia del modelo artificial según el cual sería un solo individuo quien observaría objetiva e independientemente de cualquier contexto, de un modo absoluto, las cosas como son. Se trata de ofrecer un modelo, según el cual, la observación es una construcción social relativa a una cultura y a sus proyectos. "La objetividad de la ciencia no se basaría, contrariamente a lo que pensamos convencionalmente, en el espíritu de imparcialidad que creemos encontrar entre los hombres de ciencia, entre nuestros médicos, sino, sencillamente, en el carácter público y competitivo de la empresa científica" (POPPER, 1962).
Entonces, ¿Qué es lo objetivamente observable? Hay algo que hiere al sentido común cuando decimos que una célula vista al microscopio por un patólogo es un modelo teórico: para él la célula existe realmente. En efecto, una visión espontanea afirmaría que la célula existe realmente, pero en cuanto superamos cierta ingenuidad nos damos cuenta de que la célula no se manifiesta sencillamente por el microspcopio. Si fuera así habría que plantearse por qué los estudiantes preguntan con tanta frecuencia a sus profesores “¿Cómo hay que mirar para ver la célula?” Ciertamente, para ver la célula hay que mirar con una "rejilla de interpretación" que no siempre es evidente. Solo se han visto las células en el momento en que, de acuerdo con un estado de las interpretaciones teóricas, resultaba interesante considerar al mundo de esa manera. La célula no es una noción absoluta sino un artefacto, es decir, realizaciones del arte o la ingeniosidad humana.
Entonces, ¿Qué es lo objetivamente observable? Hay algo que hiere al sentido común cuando decimos que una célula vista al microscopio por un patólogo es un modelo teórico: para él la célula existe realmente. En efecto, una visión espontanea afirmaría que la célula existe realmente, pero en cuanto superamos cierta ingenuidad nos damos cuenta de que la célula no se manifiesta sencillamente por el microspcopio. Si fuera así habría que plantearse por qué los estudiantes preguntan con tanta frecuencia a sus profesores “¿Cómo hay que mirar para ver la célula?” Ciertamente, para ver la célula hay que mirar con una "rejilla de interpretación" que no siempre es evidente. Solo se han visto las células en el momento en que, de acuerdo con un estado de las interpretaciones teóricas, resultaba interesante considerar al mundo de esa manera. La célula no es una noción absoluta sino un artefacto, es decir, realizaciones del arte o la ingeniosidad humana.
Existe una ideología de la inmediatez científica. Existe una resistencia, a pesar de la contundencia de los análisis, a abandonar la idea de que observar es situarse pasivamente frente al mundo tal y como es. Enmascarando el carácter construido de toda realidad, persiste la imagen de la objetividad absoluta, independiente de todo proyecto humano. Es una forma de absolutizar la visión científica. En medicina, esta difuminación desemboca en una determinación de la acción que parecerá condicionada científicamente, protocolizada, estandarizada, objetivada. Y no. La observación puede llevar implícita mucha ideología.
Abel Novoa
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