viernes, 12 de diciembre de 2008

Sic


He soñado

con una cafetería

de un pueblo encantador

donde Mario Benedetti

me servía un café.


A Don Mario se le veía

sin bigote

y muy bajito

(apenas levantaba del mostrador).

Ahora que lo pienso,

quizá fuera Albert Einstein

y yo lo sentía Benedetti

(los sueños tienen estas cosas).


Yo había llegado allí

como alumno,

a tomar un curso

de Poesía Simbolista (sic)

y, por lo visto, un café.


Debatíamos,

frente a la benéfica mirada

de Benedetti,

sobre un texto de Thomas Mann,

o quizá fuera de Goethe

(los sueños con alemanes

tienen estas cosas).


Al poco, paseábamos

por una ciudad lluviosa

y presenciábamos

la inauguración de un hotel

de decoración extraordinaria:

en la fachada,

por los balcones,

y dispersas por la plaza,

estatuas de bronce y óxido,

tótems, emblemas, figuras

de oscura factura,

de extraño significado.


Alguien, otro alumno,

me hizo observar

que el edificio era uno más

de la cadena “Dark Hotels” (sic)

–estética gótica, ya sabes, dijo,

(los sueños con poetas

tienen estas cosas).


Y yo, soñando, pensaba

que, puestos a soñar,

prefería la cafetería

con la mirada de Benedetti,

y con mi café,

pero los sueños tienen estas cosas,

se dejan soñar

pero no se dejan (sic)

escoger.

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