lunes, 20 de abril de 2009

A PROPOSITO DE HORNBY


Os (me) tenía prometido este post hace tiempo. ¿Recordáis?: Las “31 canciones” de Nick Hornby (Ed Anagrama). Este libro me lo prestó (que la SGAE me perdone) Abel en Sicilia, a la sombra de un enorme roble, mientras sufríamos hablando de la vida y aminorábamos el dolor de tan grave conversación a base de nutrido piscolabis y paisaje: el Etna no paraba de fumar, al fondo. Eso consta en mi memoria RAM (Raquítica Aunque Mesirve). Abel estaba entusiasmado con el libro, pero, ya sabéis, Abel se entusiasma fácil, incluso por nosotros, que somos una panda, más que una banda. Así que no hay que hacerle mucho caso… y ya voy por la tercera lectura.


Otros antecedentes: el tal Hornby ya llevaba una recomendación previa de Luis V, lo que hace que cualquier autor se convierta en lectura imprescindible. Así que por mis manos/ojos/cerebro (por ese orden) ya había pasado algún otro Hornby. Y vosotros habréis leído o visto (y, si no, corred ahora mismo a vuestro proveedor más cercano) “Alta fidelidad” en formato libro o peli.

El caso es que el tipo es tan adictivo que, entre otras cosas, se le atribuye haber puesto de moda el fútbol (versión Premier League), a finales los 90 y de nuevo, para la clase media (aquí media-alta-alta) británica, cuando éste, al parecer, era un reducto de hooligans y Gente Uza.


¿De qué estaba yo…? Sí, “31 canciones”: es un librito, en realidad una recopilación de artículos, donde NH se deja llevar y se moja por ese número de canciones (concepto que, de entrada, distingue y aprecia sobre las piezas de jazz, la música clásica o esas otras cosas

que se supone que deben oír preferentemente los escritores). Alrededor de ellas hay anécdotas, recuerdos, afirmaciones ideológicas… pero, por encima de todo, hay un análisis de las propias canciones desde la propia óptica de la canción, ni siquiera de “lo musical”. Tanto es así, que NH destaca enormemente por su fineza como “escuchador” de canciones, de la misma forma que algunos otros escritores destacan por su “nariz” como lectores. No es una asociación nueva: entre nosotros, si quisieran, estoy seguro que nuestros queridos Loriga, Prado, Monzó, Fresán, incluso Marías o Pérez-Reverte (ahí me he pasado ¿no?) podrían intentar una aproximación similar.


Pero se trata de Hornby. Para no estropearos la –imprescindible– lectura, la he destilado en un decálogo donde interpreto algunas ideas que se dejan caer por el libro sobre lo que debe ser una buena canción, una que valga la pena escuchar, que aguante en tu reproductor, en el coche, en la memoria. Al final os pongo links a algunos de los 31 temas, para que os hagáis una idea de lo rizomático del libro.



Intento de Dodecálogo, Inicial, Obvio, Tergiversado, Espurio y Zompo (I.D.I.O.T.E.Z) basado en un libro de NH para la correcta degustación de una canción:




  1. Una canción no debe estar nunca completamente clara, resuelta.
  2. Si una canción te gusta, ella y tú debéis estar dispuestos a acompañaros en diversas etapas de la vida, por encima de los recuerdos específicos que ella te suscite.
  3. Un artista debe ser capaz de persuadirte de la verdad de lo que canta.
  4. Si le gusta a un montón de gente no significa que no tenga valor. En ocasiones puede indicar todo lo contrario.
  5. Ser efímero puede suponer un signo de madurez.
  6. Con lo ruidoso tiendes a no equivocarte demasiado: el riff de rock es esencial para la nutrición. Pero las canciones desnudas, sin un punteo de Stratocaster, dan miedo: tiendes que entenderlas por ti mismo.
  7. En un mundo perfecto, algunas canciones que te gustan no deberían gustarte: déjate llevar, no vivimos en ese mundo.
  8. Sí, claro, Dylan, por supuesto, pero…
  9. ¿No podemos permitirle a una canción consolarnos, reanimarnos, conmovernos, alegrarnos? ¿Por favor? ¿Sólo de vez en cuando, cuando hemos tenido un día realmente de mierda?
  10. La música desafía la expresión de todo eso que está más allá de las palabras, eso que elude nuestros mejores intentos de soltarlo por la boca. Por cierto, ¿qué hace ahí ese solo de guitarra?
  11. Hay muchas buenas canciones que te has perdido. Sigue buscando.
  12. Sólo necesitas unos cuantos cientos de cosas más como lo bien que te hace sentir esa canción que tu sabes… y ya tienes una vida que merece la pena vivir.


Y, desde luego, lo mejor no son todas estas frases entresacadas, falseadas, tergiversadas. Son las 148 deliciosas páginas. Sólo para gourmets. Ya tardáis.


Sí, sí, vale, Abel, ya te devuelvo el libro. ¿Te importa que esté un poco subrayado? ¡Ah!, sí, el lápiz también es tuyo…




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1 comentario:

Anónimo dijo...

Marvellous my friend, lo estábamos esperando con ansiedad y ha merecido la pena la espera.. que gusto oir los temas y blogleer el 31c tras tu digestión...te superas cada día, queremos mas