A Carlos le excita la idea de contemplar el amanecer de dos Lunas el próximo fin de semana. ¿O era el siguiente? Nunca ha tenido demasiada memoria para las fechas, su mujer es la que marca la agenda. Ha ido a un Cash Converter para comprar un telescopio. En la tienda duda en emplear el dinero del telescopio en una guitarra eléctrica que tiene buena pinta. Siempre ha fantaseado con la posibilidad de tocar, por una vez, un solo encima de un escenario. Un momento de vértigo perfecto. Pero gana el telescopio, otro momento excepcional (pero asequible), la Promesa de las Dos Lunas de Agosto.
—Será increíble —dijo el dependiente.
—Eso espero. Sí.
—Como en la Guerra de las Galaxias —el dependiente sonrió, mostrando un diente (un incisivo) de oro ¿también de segunda mano?
—Eran dos soles —dijo Carlos.
—¿Cómo?
—En la Guerra de las Galaxias. Eran dos soles, no dos lunas. En el planeta Tatooine, el planeta desértico...
—Sí, lo que usted diga. Son treinta euros.
Esa misma noche Carlos monta el telescopio en la terraza del apartamento. Juan, el vecino del edificio de enfrente —apenas hay diez metros entre sus dos casas—, lo mira con curiosidad, vestido con unos calzoncillos boxer tres tallas demasiado grandes y camiseta de tirantes. Fuma por debajo de un bigote fino, y la luna creciente hace relucir una calva llena de placas blanquecinas que a Carlos le recuerda los reportajes de las ballenas del National Geographic. Probablemente cosas del cambio climático: similitudes de la piel de las ballenas y los humanos.
—¿Qué? ¿Ahora nos aficionamos a las estrellas?
—No, es para espiar a tu mujer, que me lleva loco —le sonríe Carlos evitando el plural mayestático.
—¡Maruja! ¡Por fin vamos a amortizar lo de la depilación láser! ¿Lo entenderás, no, Carlos? Que la vida está muy mal. Son doscientos, por los derechos de autor.
—De eso nada. De gratis. Y si no que no vaya por la casa así.
—Es el calor.
—Ya. No te preocupes. Tu Maruja está a salvo. Esto es por las dos lunas que van a salir el 27 de Agosto. ¿Te has enterado o no llegan las noticias a tu cueva?
—¿Va a haber dos lunas? ¿Como en la Guerra de las Galaxias?
—Lo mismo, Gran Yedai, lo mismo.
Cuando llega Marta la cena —ensalada, pasta, fruta troceada— ya está en la mesa. Carlos le pregunta por el trabajo. Marta responde algo rutinario: evita contarle que Antonio tiene a su hijo en el hospital, que Lucía tiene otro amante —lituano—, que Salva la sigue mirando así, todos los días, desde la semana pasada. Marta sabe que ése otro mundo le pertenece. Otro planeta, a tres años luz de Carlos.
—¿Qué dos lunas?
—El próximo fin de semana. O el otro, no estoy seguro. Algo excepcional. Marte se acercará en su órbita a la Tierra y alcanzará un tamaño descomunal. Cuando aparezca la Luna, junto a Marte, en el horizonte, será como ver dos lunas en la misma noche. Increíble. Algo único.
—Si no se nubla.
—Ya.
—Y luego está lo de la contaminación lumínica.
—Sí, bueno, pero…
—Te habrá costado un huevo el juguetito ¿no?
—No creas. Es de segunda mano.
—Pues entonces será un timo.
—Bueno, hay una parte, en el borde, que se ve algo desenfocado, no creo que importe para ver…
—Ya, lo que te decía… ¿Dos lunas? ¿Eso no salía en la Guerra de las Galaxias?
—No, Marta, no.
—¿Seguro que no? El planeta aquel donde las carreras de coches.
—De vainas. No sé. Sí, es posible que fueran dos lunas. No lo recuerdo bien.
Marta se acuesta antes que Carlos. Sigue pensando en la mirada de Salva, no puede ser casual, Salva no se permite movimientos en falso. Carlos se queda haciendo unos ajustes en el telescopio. Enfoca a la luna y disfruta de los detalles de la superficie plateada. Apunta después a la casa del vecino y busca algo parecido al Mar de la Tranquilidad en la calva de Juan. Una analogía que lo separe de las ballenas. Mientras intenta enfocar a la cabeza de su vecino, Carlos piensa en el escaso valor de la verdad. En la necesidad de lo excepcional. Carlos sabe que lo de Marte y la Luna del próximo día 27 de Agosto es un bulo que corre por Internet. También sabe que nunca tocará un solo de guitarra en un escenario. Y que los nativos de Tatooine son los Jawas. Y que Anakin Skywalker fue el único humano que ganó una carrera —y su libertad— en ese planeta. Algo excepcional.
3 comentarios:
Marta está en la cama. Carlos se ha quedado solo y tiene un rato indefinido por delante. Se prepara un gin-tonic sin hacer ruido y se lo lleva a la terraza, se deleita en un sorbo lento y silencioso, deja el vaso en la mesa y se enciende un cigarrillo. No pasa nadie por la calle a estas horas y con este calor. Todos se han ido. No se oyen los ruidos de la vida. No circulan apenas coches, nadie habla, los vecinos no andan por ahí moviendo cacerolas. Nadie sale a cenar, nadie vuelve de cenar. Nadie molesta. No está mal. Sólo el runrún de algún aparato de aire acondicionado.
Marta no consigue dormirse, Salva, el calor, el artículo al que no acaba de dar forma. Se levanta un poco angustiada y sale a la terraza.
- ¡Joder Carlos!
- ¿Qué pasa?
- Estás fumando sin control.
- Joder...
- A mí me da igual, tío, pero parece mentira…hace cuatro días que has vuelto a fumar y ya tienes una tos de viejo…
- ¿Has venido a joderme la marrana?, ¿eh?
- No tío, estoy hablando contigo.
- Déjame en paz, no me jodas más.
- ¿Y eso es un cubata?, ¿estás soplando también?, ¿eso es lo que tú entiendes por disfrutar, tabaco y alcohol?
Carlos se levanta bruscamente con los dientes apretados, agarra el telescopio y lo arroja a la calle con todas sus fuerzas. El cacharro hace un ruido sobrecogedor al chocar contra el suelo. Carlos lo mira durante un segundo, se da media vuelta y desaparece hacia el interior a través de las cortinas.
Marta se queda sola en la terraza, quieta, en esa sofocante madrugada de agosto, con un nudo en el pecho y un profundo dolor en el corazón de su cabeza. Un breve soplo de aire caliente hace ondear los pliegues de su camisón y a su espalda dos esferas nacaradas guardan silencio.
Bueno, bueno, Justine (quien seas)... esto ha sido un "a modo de cadáver exquisito" y no queda nada mal como capítulo 2 del MMA 5.
Gracias por el comentario. Me hizo gracia ver a los personajes moviendose con otra mano.
Gracias a ti por la “provocación” Pepe Momia, y felicidades por tu blog. Como soy un cadáver inquieto, si me permites proponer... ¿se animaría alguien con la escena siguiente?
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