jueves, 30 de julio de 2009

MANUAL MOMIA DE AUTOAYUDA (4): Cómo pasar (del) calor.


La idea es que no te importe. Mejor: que, prácticamente, no lo notes. No existe (no existe para ti = no existe). Es algo mucho más allá de una actitud zen, del desapego, de la renuncia. Algo más potente. Puedes ignorarlo por completo, no tenerlo en cuenta. Sabes que, en realidad, sólo es una sensación. Algo epidérmico. Tu hipotálamo hará el trabajo por ti: diaforesis, vasodilatación, oliguria… Los 42º C que ahora marca el termómetro en la calle son sólo un síntoma, algo funcional. La ciudad tiene fiebre. Un mecanismo de defensa frente a la infección humana. La atmósfera intenta eliminarnos.

Pero eres fuerte. Hace falta mucho más que esta ola de calor para que claudiques. Vas a salir del trabajo, a alejarte de su atmósfera artificial del aire centralizado. Camina a pleno sol, a las cuatro de la tarde. No llevas gorra. Las pestañas prácticamente se entrelazan. El pelo te arde. Es sólo una sensación. No te dejes llevar. No abandones. Come unas lentejas (alternativa: unas migas, un arroz con conejo o un estofado de ternera) en la solitaria y soleada terraza de ese restaurante donde ahora los camareros te miran de esa forma tan rara, desde el otro lado de las cristaleras, protegidos por la persiana orientable (GraduLux®)y el aire acondicionado. Di que, por favor, retiren la sombrilla que te impide disfrutar del sol en tu mesa de aluminio anodizado. Termina tu plato (completamente); sécate las comisuras de los labios. No elimines el sudor que cae por tu frente ni bajo la nariz. Pide un café corto y negro. Espera y deja que las monedas de la propina se calienten al sol sobre el platillo de la cuenta para que esos imbéciles de los camareros que se ríen sin parar se quemen la mano al recogerlas.

Levántate y no cedas a la tentación de despegarte la camisa, los pantalones y la ropa interior de la parte posterior de tu cuerpo. Pasea de nuevo por la ciudad.
Goza de la visión de las calles vacías, de los perfiles indefinidos del mobiliario urbano y de las plantas, del brillo de cristales rotos del césped artificial. Busca espejismos, falsos charcos sobre el granito blanco de las calles peatonales. Acércate a los compresores del aire acondicionado que escupen el fuego que extraen de los comercios, de los restaurantes, de las casas donde la gente se atrinchera creyéndose a salvo. Inspira su aliento caliente, respira su miedo a la gripe, a los atentados terroristas, a los inmigrantes, al calentamiento global. Digiere todo eso. Escupe (muy denso) sobre la huella de un chile aplastado que destila aceite y parece evaporarse.

Saluda afablemente a Rodríguez, el de personal, cuando te lo cruces. El va hacia El Corte Inglés, a cerrar sus vacaciones. Se va a Escocia. No hagas ninguna mención al calor que hace aquí (el que él nota, pero tú ya no aprecias; no hay dolor) ni al refrescante verdor de las Highlands que espera a Rodríguez la próxima semana mientras tú permanecerás varado en el despacho después de otra noche de infierno y pesadilla. Cuando Rodríguez te diga «Te veo mala cara», ignora el comentario. Es un agente (ambiental) infiltrado. Pretende que tomes en cuenta los 43º C que ahora marca el termómetro que ves, entre dobleces de aire, a su espalda. Pero tú no eres como ellos: débiles, vulnerables. En realidad, no hace calor. Es un epifenómeno. Un color más del paisaje urbano. Un detalle. Si Rodríguez sigue insistiendo en que te tomes algo fresco, un agua con gas, una horchatita, mata a Rodríguez. Sigue paseando. Golpea a las palomas. Hoy es más fácil, apenas pueden reaccionar. Ellas no son fuertes como tú, sienten el calor. Que se jodan. Que se joda Rodríguez, no haberte dado el coñazo.

Sigue dando vueltas por la ciudad, impasible, estoico. Y sobre todo no les llames por teléfono a la playa. No se lo merecen. Gentuza.

3 comentarios:

Bill, el de la catana dijo...

Precioso post. Estilazo. Esto me recuerda la teoría del Dr. Rosique, mi socio sobre "El Coyote", sí, el de los dibujos animados. El lo usa con la enfermedad o molestias médicas, clínicas. Dice que el Coyote pasa muchas vces por abismos bajo sus pies y SOLO se cae cuando mira hacia abajo. No mires abajo entonces y no caerás. Reniega. Esto disminuye enormemente exploraciones complementarias, tratamientos estériles o yatrógenos. Es muy útil para las AVD. Me decía: 2El otro día cometí un terrible error. A un paciente con dolor retroesternal, síntomas vegetativos, etc le hice un electrocardiograma. El aparato escupía non-stop: Fibrilación ventricular. Grave riesgo. Fiel a su norma, a su estilo, contratriado por la traición a sus ideales, pensó en el Coyote. Le pinchó una Zyprexa. Le repitió el EKG. Todo normal.Nunca pasa nada, casi nunca pasa nada.Coyote forever (young). Neil Young.Ya derrapo calamariano...Aaaadióooos..

Pepa González dijo...

Pepe Momia, me he quedao helado...

Bill, el de la catana dijo...

Esto es muy bueno. Muy, muy bueno.