viernes, 11 de diciembre de 2009

Supermaño Survivor (IV): Supermaño contra La Momia.


Supermaño inmovilizado, las manos atadas a su espalda por una correa ajustada y perfectamente indestructible. Los pies unidos por una cuerda y ésta amarrada a una anilla, por supuesto oxidada, por descontado anclada al suelo. Rastros de sangre en sus muñecas al intentar liberarse. El Héroe en serios apuros, casi vencido, apenas iluminado por la luz que traspasa los barrotes de la celda húmeda, llena de telarañas [Nota del Blogger : esto es una licencia poética, la humedad y las telarañas no suelen ir de la mano]. ¡Ah!, también la sombra de un roedor aparece, escabulléndose, hacia la esquina inferior izquierda. Sordidez casi tópica. Pero estamos en pleno cómic de superhéroes. Esto es lo que hay.


Y esta es, a grandes rasgos, la primera viñeta.


Porque en la primera viñeta, el superhéroe ya está normalmente inmerso en un problema sin aparente solución. Todo es oscuro. Todo menos nuestra esperanza en que las cosas, hacia el final de la historieta, sigan su curso normal, su habitual desenlace heroico, triunfante. Pero ahora, en las primeras viñetas, insito, todo es oscuro.


Todo menos la sonrisa del villano.


Porque el antihéroe —y su sonrisa bestial y sucia de antihéroe— aparece enseguida, de la segunda a la octava viñeta, primero apenas una silueta, de espaldas. Luego un primer plano corto: un ojo con un extraño brillo. Una mano, apenas unos huesos envueltos en una piel de aspecto viejo y frágil. Y unas vendas sucias que cubren su cuerpo, deshilachadas en lugares estratégicos para que podamos entrever y adivinar. Los ojos aparecen de nuevo, desde lo profundo de la sombra que provoca la venda que recorre la frente. Y otra vez la sonrisa. La sonrisa horrible de los que sólo se ríen cuando los demás lloran, cuando piden piedad, cuando están humillados.


La Momia (ahora es evidente, se trata, por supuesto de ese clásico del género) clama venganza. En cuanto se vuelve se dirige a Supermaño, al otro lado de los barrotes, hundido, sin posibilidad de huída. La Momia realiza su discurso de supervillano (no se puede ser un auténtico supervillano sin un discurso). El discurso lo justificará todo. Sabremos que su maldad no es gratuita. Su odio es ancestral, primigenio. En la raíz de su rencor está un mínimo gesto de Supermaño, hace tanto tiempo, eramos unos niños, tú no lo recuerdas ¿o sí?. La final del concurso de canto. El colegio. En 1972.


La Momia, entonces solo era un aprendiz de superhéroe, un compañero más al que todos llamaban por el apellido: Morey. Había preparado el tema con dedicación. Una preciosa canción. Un éxito de la época. Semanas de práctica, afinación, ritmo, acentuación, dicción. Supermaño, adormilado entre el público. Ya entonces era popular por su capacidad de abstracción: probablemente llevaba dormido desde hacía más de cuatro o cinco temas. Pero es entonces cuando Morey sale a escena, su Gran Final, su Supermomento Infantil y comienza la música pregrabada.


Aquí, en pleno flashback de viñetas donde adivinamos el aspecto que La Momia tuvo antes (un niño algo regordete, moreno, luciendo tupé y mirada visionaria), aparece superpuesto en la parte superior de los cuadritos el típico pentagrama oscilante, como en olas, con la letra de aquella canción sobreimpresa: «Amaneeeceeee, la lluvia lentamente moja mi déspertaaaar…». Y luego vemos a un niño que se levanta de su silla. Es Supermaño (él ha cambiado menos, lo reconocemos perfectamente como un clon infantil de sí mismo). El niño, Supermaño Niño, sin ninguna diplomacia, sin ninguna empatía, cero zen, suelta a voz en cuello:


— No jodas Morey ¿te has despertado mojado también hoy?


Y ahora las viñetas se llenan de risas del público. Planos generales, primeros planos, planos medios, contrapicados. Grandes risas, carcajadas, un niño en medio del enorme escenario, avergonzado, lágrimas que quieren brotar pero que, en un esfuerzo sobrehumano para el niño, se contienen. El niño —Morey transformándose ya por el odio, sufriendo poco a poco la mutación en supervillano— sale corriendo del escenario, del auditorio, del colegio, cegado por la rabia y las lágrimas que por fin fluyen también libres. Corre hacia su casa (lo sabemos porque aparece escrito en el cuadrito de la parte superior de las viñetas), una vivienda humilde, en las afueras, cerca de la depuradora y del vertedero de aguas tóxicas. Pero esta vez no llega a casa. Aturdido por la vergüenza, tropieza, cae en el río de aguas tóxicas e iridiscentes y sufre su bautismo accidental de metales pesados y radiactividad y residuos ácidos.


En las siguientes viñetas vemos a Supermaño salir del colegio, rodeado de compañeros que todavía aplauden y ríen su ocurrencia. Ahora es más popular. El más popular. Solo le ha costado enemistarse con un compañero pero, bueno, Morey siempre ha sido un poco ñoño, un tipo sin gracia, un pringao. Alguien prescindible. Y un plasta, menuda canción había escogido el tío.


Pero ahora una sombra emerge de las aguas. Un ser informe, la piel cayendo como derretida de su cara, de sus manos. El pelo despeñándose en mechones quemados, muertos. Los ojos tapados por un amasijo de carne bullosa y blanda. Camina gimiendo por la orilla, hacia donde la ciudad acaba. Ya no puede volver a casa. Ya es un monstruo. De un vertedero recoge algunos trapos que le ayuden a contener toda esa carne que se le escapa de los huesos. Se envuelve. La mutación se ha completado. Ahora Morey es ya La Momia y Supermaño ya tiene su antagonista, su razón de ser: el Mal, el Terror.


Familia: Tebeo. Género: Sueño. Especie: Pesadilla.


Los superhéroes, al contrario que muchos humanos y la mayoría de los malos escritores, separan bien sueño de realidad. Los superhéroes sueñan en formato de cómic, con viñetas. Así que, al final de nuestra historia, sí, era eso, disculpen, Supermaño despierta. Ahora todo es realidad y 3D y movimiento continuo. Ya no hay cuadritos que enmarquen la acción. Ya no más ¡POW! ni ¡AAAAARGH! ni ¡BANG!. Afuera amanece. Llueve. La televisión de su dormitorio todavía está encendida. Es la Teletienda, venden un exprimidor de fruta que tiene muy buena pinta, mucho mejor aspecto que el de los propios vendedores, que parecen sacados de una tienda de taxidermia humana. Recuerda haberse quedado dormido con el DVD que les pasó el Maestro Noh para la práctica de la Resistencia Infinita al Desánimo (RID), tercer módulo. Contenía las últimas cuarenta, ¿o eran cincuenta? participaciones de España en Eurovisión. Una detrás de otra, sin piedad. Desde la cama coge el mando a distancia y selecciona el capítulo 1972. Descubre el germen de la pesadilla: Jaime Morey. El Mal. El Terror. La Momia. Experimenta, ahora realmente, la misma angustia que en el sueño y una extraña culpa difusa, arcaica, primordial. Quizá no era un sueño. Tal vez era un recuerdo. Sí, reconoce, siempre odió Eurovisión, siempre odió a ese tipo. Un plasta, definitivamente. Hay que profundizar más en el desapego, en el Zen.


Pero sabe que algunas cosas son más fuertes que él. Jaime Morey es, definitivamente, muy fuerte. El más fuerte. Un auténtico e invencible supervillano, el lado oscuro armado de una potente SuperEuroVisión.


Supermaño decide dejarse RID-tercer módulo para septiembre. El Mal Absoluto se le antoja insoportable, inmanejable.


Amanece.





10 comentarios:

Abel Jaime Novoa Jurado dijo...

No sé si es peor la letra, esos coros angelicales, la realización del clip, la cara del Morey mirando al horizonte con esperanza.. Supermaño tiene enemigos peligrosos.

Lo que me preocupa es cómo ha llegado, en la mente del blogger, a transformarse Morey precisamente en Momia. En fin, es lo que hay.

Pepa González dijo...

Es que sobrevivir al MEC nos hace a todos un poco supermaños...

Pepemomia dijo...

Pero el Mal es siempre perfectible. Infinitamente. Después de Morey/Momia, ved (es necesario, hay cosas que hay que acabar sabiendo, aunque sea cruel) a Raph/El Aliado de la Noche (cortesía de Mallent):

http://www.youtube.com/watch?v=dEQ4zyMNWR8

Pepa González dijo...

¡¡¡ EL ACABOSE!!!

Susana dijo...

El Mal, además, sabe utilizar todas las armas. La elegancia envolvente, el magnetismo gestual, la impostura del auténtico supervillano no han de pasarse por alto porque son la clave del poder maléfico: la seducción.

No seré yo quien le enmiende la plana al maestro Noh, pero el abrigo de Morey es definitivo, y el derroche casual-rock de Raph, demoledor. Creo que Supermaño debe reflexionar...quizá ha llegado el momento de renovar los superzillos y enderezar un poco la postura (no puedo dejar de pensar en esa poderosa pelvis de Raph...)

Bill, el de la catana dijo...

Ya con esto resolvemos el enigma. Es lo que hizo a Kurtz exclamar: "El horror, el horror".
Era el Morey este. Vaya tela.
Por cierto, condenados 11 islamistas por planear un atentado contra el metro de Barcelona. Aparato represor...Y encima, 11. Instando a la gente a la huelga de hambre, ya te digo...No va a poder uno planear nada a este paso.

Anónimo dijo...

Pues a mi me parece espectacular.. Este Raph es un tipo que canta mal, realmente mal y ha vendido millones de discos; es bajito y amanerado y tiene millones de fans, sobre todo abuelas; es un jeta-farsante con un morro descomunal que triunfa por eso.. No compone; no canta; no toca instrumentos; no sabe bailar.. es un nuevo anti-heroe: superjeta-el
MAbel

Pepa González dijo...

Este es un jeta, el primero... pero luego están los que le compraron los discos, a ver si ellos, que fueron con el dinerito al cortinglés van a ser sólo víctimas de todo esto.
Lo mismo digo con los 11 jetas del metro de Barcelona, se puede extorsionar de muchas maneras y precisamente las más peligrosas me parecen las que despiertan compasión, diálogo y todo eso. Hay cosas que no se pueden reconciliar, aunque uno se empeñe. I´m sorry.

Bill, el de la catana dijo...

Esto lo digo en serio.
¿Alguno habeis recopilado los textos de los discursos de Obama?
Si es así, ¿los compartiríais?
Yo siento que lo que he leído de ellos ha sido realmente bueno, bueno de verdad.
14 años y medio para los yihadistas del metro suenan a menos años que los que hubieran explotado. Y eso es sólo la solicitud del fiscal.
Obama no parece nada ingenuo (ni parece tener mala hostia propia que gratificar en Afganistán-más allá del nivel medio, normal, que cualquiera pueda tener con semejantes sujetos.
Hay altura de vuelo en este político, sí señor. Y un magnífico escritor, por cierto.

Bill, el de la catana dijo...

Digo esto no en detrimento de Mc Cain, de quien me consta que no es el cavernícola que muchos creen. Creo qye fue una muy difícil elección para el pueblo norteamericano. 2 de los mejores candidatos de muchas elecciones.
Mc Cain tiene muy, muy buena cabeza. La elección de Sarah Palin debió ser una jugarreta (autoderrotista) del inconsciente. El que esté libre de autoderrotismos que tire la primera piedra. Un tío sin -MAYOR- SED DE VENGANZA TRAS HABER SIDO TORTURADO en dos guerras, que no puede levantar los brazos más allá de sus hombros, un trabajo mental tiene que haber hecho, ¿no?
Mirar si no el capitán Ahab...