sábado, 13 de noviembre de 2010

La cantante que no existe

Sociedad
Hatsune Miku es la suma de un programa informático y un holograma, pero reúne a miles de fans en sus conciertos
13.11.10 - 01:25 - CARLOS BENITO
Hatsune Miku tiene 16 años, mide 1,58, pesa 42 kilos, lleva el pelo de un color entre verde y azul, se peina con dos larguísimas coletas y es una cantante muy popular en Japón, donde congrega a miles de fans en sus conciertos. La edad, la talla y el peso aparecen en su información promocional, pero, en realidad, Hatsune Miku no existe y todos sus seguidores lo saben. O, al menos, no existe como ser humano: en los conciertos es un holograma, una imagen tridimensional que hace lo mismo que las estrellas del pop, pero sin fallos de voz, ni días malos, ni tropezones catastróficos, ni ningún otro de los defectos y miserias que conllevan la carne y el hueso.
Verla en el escenario resulta raro, como si un dibujo animado se hubiese emancipado de la pantalla y hubiese adquirido una engañosa corporeidad, pero lo rarísimo de verdad, lo que pasma al recién llegado a este mundillo, es lo que el holograma tiene delante: esos miles de japoneses que contemplan a su ídolo con devoción, corean sus canciones y sacuden varitas luminosas al ritmo de la música. Los aficionados al rock dirán que esto no es nada nuevo, que el grupo británico Gorillaz lleva años dejando que unos bonitos hologramas den la cara en sus conciertos. Pero no es lo mismo: detrás de los personajes de Gorillaz hay unos intérpretes, mientras que las canciones de Hatsune Miku no las canta... humm... nadie. La coqueta estrella japonesa, cuyo nombre significa algo así como 'el primer sonido del futuro', es un producto de Vocaloid, un software de ordenador creado por Yamaha que 'canta' las partituras y la letra que se le introducen. Un usuario que tenga el programa puede hacerle entonar cualquier cosa: desde aires tradicionales finlandeses -uno de sus grandes éxitos es 'Ievan Polkka', que viene de ese país- hasta sus propias composiciones. Los desarrolladores del estudio Crypton Future Media, padres de Miku, utilizaron como voz original la de una actriz de doblaje, Saki Fujita, y han completado el software con diversos efectos que se pueden aplicar para dar matices a las frases y, en fin, humanizar el estilo.
Hatsune Miku no es el único avatar de Vocaloid -al escribir sobre estas cosas, uno acaba haciendo frases muy raras y le entran ganas de pedir perdón-, sino sólo el más exitoso de una larga nómina en la que aparecen, por ejemplo, los idénticos Rin y Len Kagamine o la operística Prima.

El himno del partido
Pero parece que Miku se ha llevado el gato al agua en este mercado: protagoniza mangas y juegos e incluso ha sido objeto de cierta controversia en el ámbito político, ya que el Partido Democrático japonés quiso utilizar su imagen en las elecciones de julio, con la intención de ganarse a los votantes más jóvenes. No obtuvo el permiso, pero sí se sirvió del programa informático para que Hatsune Miku cantase su himno, si bien tenía prohibido decir públicamente que se trataba de ella: cuando uno atraviesa la puerta hacia este universo de apariencias y entes virtuales, es como si las nociones tradicionales de identidad se disolviesen.
Si uno busca 'Hatsune Miku' en YouTube, le saldrán 115.000 vídeos. Y, si opta por 'Miku Hatsune', que sería la versión occidentalizada, se encontrará con 99.000. Algunos de ellos superan los dos millones de reproducciones. Es una cantidad inabarcable de material, que la creatividad de los fans/usuarios renueva día a día, y en ese saco sin fondo caben duetos con otros 'vocaloids' o versiones de los Beatles, aunque lo más convincente son sus temas en directo, donde está acompañada por una banda de rock formada por seres humanos. Habrá quien vea en todo esto la degeneración definitiva de la música popular, un paso más allá de esos macroconciertos de grandes figuras que son pura acumulación de poses, efectos especiales y sonidos pregrabados. Pero a esos desencantados de la industria les queda un último escalofrío: evidentemente, la tecnología permite ya que Michael Jackson y demás estrellas rentables sigan editando discos y actuando en directo después de muertos. Incluso pueden protagonizar dúos y tríos holográficos. Y siempre abarrotarán los estadios, porque los espacios libres de público también se podrán llenar con entusiastas hologramas.

http://www.youtube.com/watch?v=DTXO7KGHtjI&feature=player_embedded

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