El lugar donde decir todo lo que no nos cabe en las canciones. Quizá no sea mucho.
sábado, 9 de mayo de 2009
¡Momia!: ¡Levántate y anda!
Confesaré. Sí, he claudicado. Me he dejado llevar. No pude evitarlo. No lo había hecho nunca antes, pero sentí la tentación de la trasgresión. Desde que lo vi anunciado en la programación de la Fédération Nationale d'Achats des Cadres (también conocida como FNAC), un extraño magnetismo se apoderó de mí. Así que allí me dirigí, el 25 de Abril, a las 14 horas, con “Carne de Píxel” en la entrepierna (lo llevaba inicialmente en el bolsillo de la cazadora, pero en la moto, con el aire de la autovía, amenazaba con caerse, así que tuve que buscarle mejor acomodo). El acto se había titulado “Encuentro con el escritor”. Y el escritor era Agustín Fernández Mallo [AFM] flamante autor, entre otros buenos libros, de los dos “Nocillas” y finalista del último Anagrama de Ensayo con “Postpoética. Hacia un nuevo paradigma”.
Lo reconocí nada más entrar en ese templo del consumo. Idéntico a sus propias fotos, a las solapas de los libros, a su imagen en el blog. Más alto de lo que lo imaginaba y muy delgado, vestido de guerrero postpunk de la literatura española. Rebuscaba entre los libros de la sección de bricolaje como haría un alienígena que se documentara por las extrañas costumbres humanas: el enlucido de paredes, la correcta posición de una regleta, el machihembrado de una cajonera… Ya se sabe que las fuentes de inspiración de la Postpoética son rizomáticas y multiplataforma (ecléctico se quedaría quizá corto).
Le habían preparado una mesa-templete con un montón de Nocillas para ser firmados. Pero nadie parecía acercarse. Un muro de DVDs, CDs, USBs, PSPs, DSs y LBs, perdón, libros (y mi timidez) se levantaba entre nosotros. Cuando ya lo daba todo por perdido, dos o tres personas se le acercaron para pedirle la firma en sus recién retirados (del montón) ejemplares. Así que, roto el hielo, me tiré a la (helada) piscina.
— Hola, ¿te importa fir…fir…? —léase con voz nasal y entrecortada (la mía, quiero decir)
—Claro, hombre. ¡Ah! ¿te gustó? —léase con acento gallego (AFM)
—Ssssí… mmmuch…
—Me alegro. Si te gustó, seguro que también te gusta éste: “Joan Fontaine Odisea”.
—Seguro, sssí. Lo buscaré, pero es difícil…
—Te gustará… Bueno ¿a quién…?
Y ahí es cuando realmente me lancé a fondo.
—Por favor, pon “Para La Momia Que Habla”?
—¿La Momia…?
—Sí, es un grupo. Mi grupo.
—Ah, sí, “La Momia”, ¿me puede sonar de algo?
—Es posible, alguna vez te hemos enviado algún comentario al blog.
—Sí, eso será. ¿Y qué tocáis?
—Esto…Pop (rible)… Si nos dejas podemos hacer alguna canción inspirada en tus letras.
—¡Claro! , estupendo, claro que sí —(qué generosa es la gente y qué atrevida, pienso)
—Bueno, muchas gracias, Agustín
—De nada, hombre, de nada.
Y ahí me fui. Bueno, me compré dos o tres discos y unos cuantos libros, mientras me decidía a entrarle a AFM: ahí debe estar el negocio de FNAC con estos eventos, en los tímidos como yo, que casi me faltaban manos cuando le llevé el libro a la firma. AFM debió pensar —¿también pensará con acento gallego?— “¿no querrá este pavo que le firme también el libro de cuentos de Ana Mª Shua o el de Vila-Matas?”.
En fin, ahí está la página con la dedicatoria. Y aquí uno de mis fragmentos favoritos de “Carne de Píxel”:
“Hasta que mi mano telarañándose más abajo de tu cintura. Cerrabas los ojos [bendita seas]. Yo con tu Lucky hacía un agujero en un mapa.”
Por la tarde lo volví a ver en un encuentro que había organizado el SOS 4.8. Aquí podéis ver algunas fotos. A mí no se me ve, pero estaba allí, en esa terraza. Disimulaba detrás de uno de los libros que él había escogido para que estuvieran presentes, acompañando el acto [acompañándonos]. Llevaba su firma en mi bolsillo y, mientras tanto, AFM fumaba un Lucky tras otro y era cercano en su breve discurso y amable con todos. “Debieron colgar fórmulas matemáticas de hilos de tender o invitar a Cortázar a la mesa redonda”, pensé, “O mejor, disponer parejas de zapatos en uno de los árboles de la entrada”. Pero, a pesar de la ausencia de esos detalles (sobre todo eché de menos a Cortázar porque me había llevado las “Historias de Cronopios y Famas” por si su espíritu nocillero me las firmaba), el día no estuvo nada mal.
Y es que me ha costado muchos años ser tan joven como soy ahora. ¿De qué me suena eso?
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