sábado, 11 de julio de 2009

MANUAL MOMIA DE AUTOAYUDA (1): Cómo inducir sus (propios) sueños.


Si usted es una persona harta de soñar siempre lo mismo, o esos sueños carecen de interés o no es capaz de descifrarlos (por su carga críptica o su simbología en exceso atávica o tal vez pleomórfica o pongamos simplemente esdrújula). O incluso si usted no es capaz de soñar nunca en nada (que es algo muy similar aunque quizá todavía más significativo[1]), está en su perfecto derecho de inducir sus propios sueños, esto es, estimular el visionado nocturno, mientras duerme, de escenas que, simultánea o posteriormente le inspiren, conmuevan o maltraten. Al gusto.


Aunque existen otros métodos, nuestro Método Momia ZZ-top® es claramente superior para solucionar su dis-somnia, para-somnia o a-somnia al basarse en algo tan sencillo como dudosamente eficaz: la autosugestión por el autorrelato.


Material y método: escriba antes de dormir (no importa en qué dispositivo, pero no se recomienda el uso del ordenador ni, en ningún caso, la letra gótica) un relato del sueño que desearía tener, detallado al máximo. No olvide introducir personajes que conozca bien (absténgase en lo posible de la familia política, sobre todo si suele cenar abundantemente o comida muy especiada), así como colores insólitos, olores agradables o sensaciones tales como vergüenza, desamparo o excitación: es decir, no sea roñoso y dese juego. Posteriormente (siempre es conveniente que guarde este orden) léalo repetidas veces ya tumbado en la cama (o en el adminículo que utilice por costumbre para dormir) hasta que lo venza el sueño. Las posibilidades de que sueñe con lo que su relato expresa son de una entre un teramillón, pero menos da una piedra (Pómez). Si no es una persona muy imaginativa puede empezar a escribirlos por la mañana o acumularlos en los fines de semana para usarlos durante los días laborables. No se aconseja que utilice relatos ajenos (puede que acabe deseando a la fantasía de su prójimo). En cualquier caso, aunque nuestro Método Momia ZZ-top® no sea eficaz, le protegerá de luchar en la cama contra el voluminoso Larsson o la undécima DaVinci-like experience que sólo produce (evidencia grado A) hiperexcitabilidad del paleocerebro y compresión de los cartílagos esternocostales. Utilice sus propios relatos al gusto y, si no sueña con ellos, al menos leerá algo diferente al resto de sus compañeros de trabajo.

Truco: si le gustan las sorpresas, guárdelos un tiempo (proporcional a su buena o mala memoria). Los relatos aguantan bien el congelado medio (idóneo en No Frost pero también almacenados en Tupper-Nightmares) y el uso de microondas para cuando se estime conveniente.


En cuanto al contenido, más vale que siga estos consejos: en primer lugar, no se deje influenciar (excesivamente) por las modas. No insista con Brad Pitt o Elle McPherson: si en su iconografía erótica deambulan sin control Chiquito de la Calzada o Lolita[2], déjese llevar e inclúyalos en el casting. Ahorrará costes de producción y mejorará en interactividad e incluso en rendimiento erótico (si es el caso). No lo dude. Por otro lado, no intente parecer excesivamente heroico, culto, brillante, generoso, eróticamente incansable o cualquier otra de las sandeces al uso que conocemos como “valores estándar”. En el mejor de los casos sólo conseguirá despertar excesivamente cansado y, además, lo más probable es que ese sueño corresponda a otra persona más dotada, no nos tome por pardillos.


Si desconfía de nuestro método, lo que es perfectamente comprensible, al menos atienda lo siguiente: tampoco confíe en remedios homeopáticos y particularmente en la acupuntura. Los primeros sólo permiten sueños demasiado diluidos (se dará cuenta porque no consigue enfocar las partes más interesantes, lo que es particularmente incómodo en las escenas calientes, y por el tono monocorde en los diálogos; puede que incluso se pixelen las caras que habitan sus fantasías, perdiéndose así todo interés para el uso diurno de sus sueños) y la segunda (sí: la acupuntura, la acupuntura), sin dudar de su posible efectividad, le puede provocar algún accidente a usted o a su compañero/a de cama. Y a ver cómo explica el asunto en urgencias o cómo consigue que los médicos dejen de descojonarse y le extraigan correctamente las agujas del prepucio o del periano (es un suponer).


Finalmente, recapacite: en el remotamente imposible caso de que nuestro método no funcione para, llamémoslo, el objetivo número uno (inducir su sueño deseado), piense en plausible objetivo nº dos: si es paciente y lo utiliza durante uno o dos meses, al menos, habrá recopilado unos sesenta relatos donde expresará sus deseos, fantasías y afectos más sinceros: aquéllo que siempre ha deseado explorar. No se puede pedir nada mejor. Ni en sueños[3].



[1] Consulte con su psiquiatra (pero no con el mío, se lo aseguro: siempre miente).

[2] Este blog declara ausencia de conflictos de interés con los personajes mencionados. Para conflictos de interés, les remitimos a la página web de “Saber Vivir” (sí, no hay link: búsquenla ustedes mismos, vagos redomados).

[3] No se admiten reclamaciones. Se declina asimismo cualquier responsabilidad derivada del uso tanto incorrecto como correcto del método descrito (o cualquier otro en que pudiera derivarse).

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