Dedicado a L. A., para que tenga (más) suerte esta vez.
Las vacaciones de Navidad y Año Nuevo en La Academia suponen un plus de inactividad para Supermaño. La contemplación y la meditación se prolongan como los restos del desayuno, la comida y la cena de ayer —puede que de anteayer— todavía esparcida por la cocina ¿o es el comedor? Supermaño examina el nuevo año: vacío, limpio, prometedor, como una camisa recién planchada. Unos días antes de las vacaciones el Maestro Noh le ha propuesto, después de la violenta eliminación de El Cíclope por un rayo cósmico de etiología poco aclarada (se especula que haya sido Mister V, de nuevo), ser el Delegado de clase. Una camisa recién planchada, sí, pero con alguna mancha de sangre de los que la llevaron antes. Duda si ponérsela, si le vendrá bien, si es de su talla.
Pero el año nuevo es para diseñar planes, aunque Supermaño nunca ha sido muy bueno en eso. Normalmente, y como a todo superhéroe sincero, son los planes los que lo diseñan a él. Pero los superhéroes están para lo que están, es su destino: ser atrapados por el deber, envueltos por el mito, absorbidos por la tarea. Así que Supermaño hace un esfuerzo sobrehumano (cosa que los superhéroes tienen bastante más fácil) y planea, o, más bien, se mece entre los sueños de la tercera cervecita de la tarde.
Este año haré deporte —decide—. Los superhéroes no se pueden permitir estos michelines, estas lorzas, esta falta de tono. El superyoga está bien, y las maratones virtuales durante la siesta, pero este año hay que echar el resto: Ping-pong. Al menos dos veces al mes.
Este año leeré más —se propone—. Y no sólo koans. Y no sólo haikus. Al menos la columna de Vicent los domingos (si le robo El País al maestro Noh). Y siempre antes de el cuadro de mandos, de las reclamaciones por daños colaterales, de las propuestas para nuevas misiones. Pondré la columna de Vicent (y el chiste de Forges) en la Intranet de la Academia.
Ampliaré mis superpoderes —resuelve—: averiguaré el significado de la entropía, pondré a mi servicio las leyes del caos, disgregaré el Big Bang, acometeré la reforma de la Galaxia Andrómeda, tan desordenada ella. Incluso aprenderé las abstrusas leyes que rigen el Trabajo en Equipo, hasta ahora poseído por El Lado Oscuro. Bueno, quizá sea demasiado pedir(me), es posible que valga con que los Superalumnos sepan por fin ver que forman un equipo. (nota mental: para Quique Flores también está resultando difícil y nosotros no tenemos a Forlán ni al Kuhn).
Aprenderé las leyes de la Teleintervención Bradiquinésica —apuesta—, conseguiré doblegar, a distancia, sin que apenas se note, las sólidas voluntades ajenas: que, cuando haga falta, mis compañeros echen media hora más o agradezcan y recuerden las más habituales dos horas de menos en La Academia. Poner en valor los valores. Y poner en deber los deberes.
Conseguiré —se convence— un control absoluto de mí mismo: en las reuniones de trabajo intentaré no levantar la voz si algo me indigna. Daré razones, una vez más, con mi proverbial Superpaciencia Zen y, después de que una vez más no las atiendan, mejor, directamente, cortaré cabezas, desmolecularizaré contendientes. Hay que cuidar las cuerdas vocales y, simultáneamente, las buenas razones.
Escucharé, me informaré, reflexionaré, tomaré nota, consultaré a todas las partes (incluso las que siempre van en contra, las que buscan la confrontación como un modo de afirmarse, pobre gente) antes de tomar una decisión. Marco Aurelio dijo que lo que no es útil para la colmena no es útil para la abeja. Pero también dijo que sólo los locos persiguen lo imposible (y que es imposible que los malos no cometan maldades). Habrá que tomar decisiones. Y no siempre saldrá todo bien, también Marco Aurelio fue derrotado por los caudos y los marcomanos. Pero sólo en una ocasión.
Supermaño casi vigila, más que contempla, el nuevo año. Pero el poder de supervivencia Zen está de su lado. Lee el koan de hoy que le manda el maestro Noh a su iPhoñe: « Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor ». No está mal, aunque, en realidad no es un koan, es de un escritor irlandés. «A juego con la cuarta. Será una Guinness», piensa mientras se levanta y se dirige al frigorífico para brindar otra vez consigo mismo.
Próspero año, Supermaño.
4 comentarios:
Nunca preguntes al corredor que estás dejando atrás
-¿cómo vas?
con esa sonrisita de superioridad aeróbica tan desagradable (a no ser que se le haya puesto cara de fibrilante ventricular.. que hay límites)
Supermaño siempre pregunta -¿cómo vas? pero, discretamente, un paso por detrás de ti (aunque sospechas que podría llevarte ya varios años luz de distancia). Sigue así..
Suerte maño
Mucha suerte maño, siempre en la faena esté donde esté el tajo.
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