Tanto las características del médico humanista-artista -con su práctica clínica basada en un pensamiento racional y especulativo, que confía en su especial sensibilidad para la comprensión de los problemas de sus pacientes y que desprecia íntimamente los resultados de la investigación clínica por considerar que no aporta conocimiento válido para ser aplicado a los pacientes individuales-, como las características del médico cientificista -que basa su práctica en un tipo de pensamiento racional-determinista y que plantea la resolución de problemas clínicos como un proceso basado en conocimiento objetivo (observación, exámenes complementarios, resultados de la investigación clínica) en el que el clínico asumiría un rol semejante al del científico (libre de sesgos, neutralidad afectiva, simplificación y control de variables), despreciando íntimamente los aspectos humanistas de la profesión- estarían presentes de manera tácita en la práctica clínica. Y actuarían como lo hacen las creencias.
Kant afirmaba que una creencia es “una cosa intermedia entre opinar y saber”. Para Ortega esta “cosa intermedia” sería un tipo de idea básica, eminentemente implícita o tácita, en la que viviríamos: “nuestras creencias más que tenerlas, las somos” Para Dewey, una creencia sería “una idea que el individuo ha heredado de otros y que acepta porque es una idea común, pero no porque haya examinado la cuestión, no porque su propia mente haya tomado alguna parte activa en el logro y plasmación de la creencia”; serían pensamientos acogidos e insinuados en nuestra mente y que conformarían nuestra estructura mental.
Estas creencias clínicas, las ligadas a los arquetipos “médico humanista-artista” y “médico cientificista”, en mi opinión, conviven, en mayor o en menor medida, en nuestro inconsciente individual y colectivo, y serían activadas, dependiendo del contexto o de la situación, para defender el status quo del profesional; la autoimagen que queremos tener y proyectar socialmente y que responde, en gran medida, a las propias expectativas sociales. Siguiendo a Claxton serían: (1) La gente que vale no comete errores: el valor de alguien es proporcional a su competencia; la incompetencia carece de valor y debe pagarse con culpa, vergüenza o una pérdida de autoestima; (2) La gente que vale siempre sabe de qué va todo: el valor de alguien es proporcional a su claridad; la confusión y la sensación de pérdida de control deben pagarse con una pérdida de autoestima; (3) Las personas que valen viven conforme a la imagen que tienen de sí mismas: el valor de alguien es proporcional a su coherencia; actuar de manera impredecible, impropia o en contradicción con los principios o antecedentes de uno, es indigno y debe pagarse con una pérdida de autoestima; (4) La gente que vale no se siente preocupada, aprensiva, temerosa o frágil; el valor de alguien es proporcional a su tranquilidad, calma y sosiego; sentirse nervioso, abrumado o frustrado deberá pagarse con una pérdida de autoestima
Esta carrera desesperada tras la “competencia”, pero en el fondo, tras esta imagen idílica de "gente que controla" (cuando el escenario clínico es básicamente incontrolable, ya lo veremos) tendría unas consecuencias terribles en nuestra práctica; la peor de todas, la sobreconfianza en nuestros juicios clínicos. Por confianza en un juicio entendemos el grado de seguridad que el sujeto que emite el juicio posee acerca de la corrección de dicho juicio. Por precisión entendemos el grado de correspondencia entre el juicio del sujeto estudiado y el juicio tomado como criterio. Cuando el grado de precisión es mayor que el grado de confianza, diremos que el juez experimenta infraconfianza. Cuando el grado de precisión es menor que el grado de confianza diremos que experimenta sobreconfianza. Cuando la precisión y el grado de confianza coinciden diremos que el juez está bien calibrado. Pues bien, la sobreconfianza es el principal problema cognitivo encontrado en la toma de decisiones de los clínicos (Godoy, 1996)
Las consecuencias de la sobreconfianza en nuestros juicios clínicos son:
a) Se deja de recoger información que resultaría relevante para el juicio final. Si pensamos que en el diagnóstico el clínico no establece su juicio de una vez por todas sino que normalmente lo va perfilando, modificando y corrigiendo conforme recaba nueva información, cabe esperar que si el clínico cree que su juicio es ya correcto, deje de recoger información y lo dé por definitivo (Einhorn, 1980).
Esta carrera desesperada tras la “competencia”, pero en el fondo, tras esta imagen idílica de "gente que controla" (cuando el escenario clínico es básicamente incontrolable, ya lo veremos) tendría unas consecuencias terribles en nuestra práctica; la peor de todas, la sobreconfianza en nuestros juicios clínicos. Por confianza en un juicio entendemos el grado de seguridad que el sujeto que emite el juicio posee acerca de la corrección de dicho juicio. Por precisión entendemos el grado de correspondencia entre el juicio del sujeto estudiado y el juicio tomado como criterio. Cuando el grado de precisión es mayor que el grado de confianza, diremos que el juez experimenta infraconfianza. Cuando el grado de precisión es menor que el grado de confianza diremos que experimenta sobreconfianza. Cuando la precisión y el grado de confianza coinciden diremos que el juez está bien calibrado. Pues bien, la sobreconfianza es el principal problema cognitivo encontrado en la toma de decisiones de los clínicos (Godoy, 1996)
Las consecuencias de la sobreconfianza en nuestros juicios clínicos son:
a) Se deja de recoger información que resultaría relevante para el juicio final. Si pensamos que en el diagnóstico el clínico no establece su juicio de una vez por todas sino que normalmente lo va perfilando, modificando y corrigiendo conforme recaba nueva información, cabe esperar que si el clínico cree que su juicio es ya correcto, deje de recoger información y lo dé por definitivo (Einhorn, 1980).
b) Se desestima la información no concordante con el juicio formado inicialmente (Friedlander y Phillips, 1984)
c) Se tiende a tomar decisiones basadas en el juicio clínico individual o la propia experiencia que quizás no se tomarían si el grado de confianza fuera menor (Garb, 1986)
d) Las tareas de dificultad media o alta producen más sobreconfianza que las de dificultad baja (Ferrel y McGoel, 1980; Lichtenstein et al, 1982)
e) Es poco probable que se corrijan los propios errores, que los sujetos se presten a recibir entrenamiento o que intenten recabar feedback acerca de sus decisiones, dado que posiblemente creen que ya actúan de manera adecuada sin ningún tipo de ayuda o control (Arkes et al, 1988).
f) La confianza aumenta conforme aumenta la cantidad de información aun cuando esa información no aumente la exactitud de los juicios por ser redundante, altamente consistente con la hipótesis o con valores extremos (Oskamp, 1965). Estos factores se relacionan negativamente con la precisión. Este aumento de la confianza se ha llamado “ilusión de validez” (Tversky y Kahneman, 1973)
g) Los clínicos que demuestran más sobreconfianza son los que menos conocimientos tienen acerca del tema (Arkes et al, 1987)
h) Los clínicos que emiten un juicio siguiendo los heurísticos “hacer lo que es costumbre hacer”, “hacer lo que todo el mundo hace”, “hacer lo que siempre se ha hecho”, supone un procesamiento de la información escaso y, consecuentemente, un alto grado de sobreconfianza” (Godoy, 1996)
Abel Novoa
4 comentarios:
Me han interesado mucho tus comentarios y reflexiones "heurísticas". Te he agregado en mi blog en la lista de blogs amigos. Que sirva de difusión. Te mando la direccion de mi blog para estar conectados.
Atentamente
Miguel Pizzanelli
Coordinador de la Unidad Docente
Asistencial de Florida.
del Primer Nivel de Atención.
Coordinador del Equipo PCAT.UY
Equipo de Investigación Independiente,
líder de la Iniciativa PCAT en Uruguay.
e-mail: miguelpizzanelli@gmail.com
Blog colectivo: http://estancambiandolostiempos.blogspot.com/
Blog PCAT.UY: http://pcatuy.blogspot.com/
Gracias Miguel:
me pasaré por los blogs que me han parecido muy interesantes
Un saludo
Abel Novoa
Guapo blog. Hoy lo descubro. Cómo pude tardar tanto...?
Desde ya os ofrezco todos los contenidos que os puedan interesar del mio...Entrad en él, bebed y no os preocupeis si se rompen los vasos, están para eso.
Abrazo fuerte y suerte...
Gracias por pasarte Fernando: nos conocimos en Oviedo, en la reunión de No Gracias (bueno yo al menos te conocí)
Conozco tu estupendo blog
Un saludo
Abel Novoa
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