lunes, 9 de noviembre de 2009

INVARIABLEMENTE


La primera película que me sobrecogió fue "El desencanto".
Había visto películas antes. Algunas me habían dado miedo. Como "El fantasma de la ópera". Pero aquella me tocó de verdad. Yo era un niño. Mis padres vivían en una enorme casa de las de entonces en la que mientras ellos se iban a dormir atravesando el salón yo recorría el camino inverso, en paralelo, a través de un pasillo en dirección a la tele. Había visto el anuncio y algo en mí me decía que no debía perderme aquello.
Aquella familia, los Panero, me enseñaron que yo no estaba solo. Que una familia podía estar igual o peor que la mía. La madre se llamaba Felicidad. Estaba invariablemente distante, presente en el sentido de que estaba allí pero en su propia galaxia, respirando su propia colonia por así decir. Seduciendo activa e invariablemente a todos y cada uno de los hermanos. A turnos, que vuelve más loco. El padre, el Poeta, con el que no paraban de meterse en toda la película, el Poeta del régimen, Astorga Profunda, ya había muerto. supongo que por eso, en parte, se aligeraban de los intestinos contra el colega.
Los hermanos eran tres. Tres eran tres. Leopoldo María, amanerado, extraño, decididamente loco, invariablemente delirante llamaba a su padre "El Gran Conejo Blanco". Ya había estado encerrado en el manicomio de Mondragón, en Guipuzcoa. Todavía no había catado los manicomios canarios, en los que todavía reside. Siempre deliró de envenenamiento, es fácil entender por qué. Leopoldo María formó parte de los "Nueve Novísimos", una muy selecta generación de poetas nacidos alrededor de los 40, junto a Pere Gimferrer o José María Alvarez. Alvarez me contó que se juntaron todos, a instancias de El País veinte años después, y que: "Bill, no lo vas a creer, uno de ellos llevaba...¿cómo se llama?... ¡Chándal!".
Juan Luis era el hermano mayor. Me cayó mal desde el principio. Un fanfarrón colérico, un sanguíneo de los de Hipócrates, que presumía de tener la pluma con la que Scott Fitzgerald escribió "El gran Gatsby" o algo así. en ningún momento de las dos pelis llegaron a conseguir juntar a Juan Luis con ninguno de los otros dos hermanos que sin embargo sí se juntaban entre sí a tramos.
Pero mi debilidad fue siempre Michi, el pequeño. Lo reencontré en el viejo Diario 16. Hacía una de esas columnas sobre la televisión que nunca hablan de la televisión, como también hiciera Haro Tecqlen, pero sin una fijación glue al Comunismo. En cualquier caso, qué género tan maravilloso éste, en este triste país. Comentaristas de la Tele tan cultos que nunca hablan de la Tele. Directores de periódicos que no los cesaban. Michi a veces empezaba diciendo algo de la tele. Pero recuerdo una época que tuvo rota la antena meses. No noté ninguna diferencia. Seguía siendo delicioso. Yo recortaba sus columnas. A veces le atizaba a una de las hermanas de Angela Molina, con la que había estado casado, invariablemente infeliz. Nacho Vegas lo redescubrió hace poco y le dedica una bonita canción y un disco que se llaman: "El hombre que casi conoció a Michi Panero". Ray Loriga también declinó entrevistar a Bukowski cuando tenía el pasaje a Los Angeles en la mano. Michi tenía una frase legendaria: "En esta vida se puede ser de todo menos un coñazo". Michi llevó eso hasta el extremo. Murió hace poquitos, pero demasiados años para mí, en la vieja casa de Astorga en la que se rodó "El desencanto", una casa con todas las incomodidades. Con todas las incomodidades pero con una perrita. Cuando veinte años después de la primera, de "El desencanto" rodaron, y vi, "Después de tantos años", no lo podía creer.
Benjamín dice que él nunca ha estado solo porque existe Bob Dylan, en uno de esos maravillosos poemas tan suyos, tan Prado. Durante muchos años, esta familia Panero me acompañaba a través de los erráticos pasos de la mía, invariablemente extraños todos. Estupefactos pero interesados. Al acecho.


3 comentarios:

Pepa González dijo...

Michi Panero, El Desencanto, Después de tantos Años, nuestro querido Alvarez, Carmen y Bernini, el frío, el miedo... luego vinieron París y los vuelos charter. Bill, hemos de buscar al Nocturno Exquisito y dejar que nos haga brillar como el veneno de los lobos...

MAbel dijo...

Guau.. Qué post y qué Travis.

Pepemomia dijo...

Parafraseando (que es como pasear por una frase como quien ve una cara en un revista y no tiene más remedio que añadirle un bigote o unas gafas) a Paul Valery: "el hombre es el único animal encerrado por la parte de afuera de su jaula".

PD: Te he insertado el vídeo, para mayor (aún) vistosidad del estupendo fragmento que nos has regalado.