Armstrong había nacido el 4 de agosto de 1901; no conoció a su padre y fue criado por su abuela; con siete años vendía carbón a las prostitutas de Storyville. En 1913 fue detenido por disparar contra su padrastro e ingresó por orden judicial en el Hogar para Niños de Color donde permanecería 18 meses y aprendería a tocar la trompeta. Al final de la primera guerra mundial, Armstrong ya era conocido entre los músicos de la ciudad y fue entonces cuando recibió la invitación desde Chicago, de la gran figura, Joe “King” Oliver.
Hasta este momento, lo primordial era el grupo. Dentro del grupo, cada instrumento desempeñaba un rol específico, pero al servicio del sonido del grupo: trompeta, trombón y clarinete establecían un diálogo que era apoyado por el resto de los instrumentos. Sin embargo, Armstrong no era un músico de grupo. Como segundo trompeta debía añadir una línea de apoyo o un relleno a la línea principal de Oliver; las grabaciones demuestran que era capaz de hacerlo con gran destreza. Sin embargo, su sonido más potente y su mayor facilidad técnica hacía que la segunda trompeta sonara más que la primera y esto en el jazz de las bandas de Nueva Orleans era un motín. Armstrong estaba comenzando a señalar la senda de una concepción más compleja y sofisticada del solo de jazz; una senda que cambiaría el jazz para siempre.
El enfoque individualista de Armstrong socavó la estética colectiva del jazz de Nueva Orleans: tanto la exuberancia de sus líneas melódicas como su potencia sonora reclamaban la atención del oyente. La importancia de Louis fue captada inicialmente sobre todo por los músicos que comenzaron a imitar sus aportaciones estilísticas y su concepción de la improvisación. Tras unos años en Nueva York, tocando en la que se considera primera big band, la banda de Fletcher Henderson, donde ejercía de líder de facto, Armstrong volvería a Chicago donde, entre finales de 1925 y junio de 1927, grabaría las míticas sesiones Hot Five y Hot Seven en las que ejercía por primera vez como líder del grupo y que lo convirtieron, definitivamente, en el instrumentista de jazz más importante de su generación y, quizá, de todos los tiempos.
En las sesiones de Febrero irrumpiría el Armstrong vocalista que inventaría el scat singing al caérsele la letra de la canción y verse obligado a improvisar con sílabas sin sentido unas líneas melódicas similares a las de un instrumento. Su manera de cantar deconstruyendo la línea vocal, apartándose de la melodía y cantando muy por detrás del compás, tendría gran influencia en cantantes posteriores como Billie Holiday, Fitzgerald, Sinatra o Crosby, y atraería, inmediatamente, la atención del gran público.
A partir de 1935 la orientación comercial de su carrera se haría especialmente pronunciada y, como escribe Gioia: “Si ahora su vocabulario musical parecía tener algo de cliché, difícil sería culpar a Armstrong: al fin y al cabo, el mundo del jazz le había robado a él este vocabulario y no a la inversa”. En las últimas décadas de su carrera, su presencia escénica, su ingeniosa conversación y su actividad como embajador extraoficial del jazz por todo el mundo casi eclipsaron su papel como músico y, probablemente, de ahí nos viene el prejuicio que algunos incultos teníamos con el bueno de Louis.
Moriría en 1971 como “el norteamericano más conocido del momento”. Sirvan estas líneas como homenaje a un pionero, a un auténtico genio creador.
1 comentario:
Lous Armstrong, mi mejor músico con diferencia. Hacía un Jazz melódico precioso, un jazz que me encanta intentar imitar en muchas ocasiones. El sonido de su trompeta lo tengo en mi cabeza y creo oír alguna nota en la parte aguda de mi saxo, incluso intento realizar el inigualable vibrato que hacía él.
Lo sencillo siempre triunfa y Armstrong es para mí el Rey de lo complejamente sencillo.
Gracias por el post.
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