Como siempre, mi admirado Roth, ese gran literato de la virilidad, no defrauda. He conseguido varios de los títulos que me faltaban, “Conjura contra América”, “Goodbye, Columbus” y “Me casé con un comunista” (además ¡en edición de bolsillo!) para este verano. Todavía no he acabado con “Me casé..” pero ya me apetece escribir algo sobre la novela.
Nathan Zuckerman es un joven adolescente que ya quiere ser escritor; un joven en busca de referencias y de experiencias, sacudido por personas monolíticas, de una pieza; sacudido por la intransigencia. Destacan dos de ellas, que son las que establecen un claro antagonismo en el libro: Ira Ringold, apasionado comunista, un animal de 2 metros de altura, actor de radio, y Leo Glucksman, profesor de literatura en la Universidad de Chicago. Ringold vivía para la causa; era incapaz de disfrutar de nada mientras existieran desigualdades; soltaba constantemente soflamas incendiarias contra el capitalismo esclavista y un país capaz de luchar contra el comunismo en Corea mientras en sus cloacas se seguían linchando negros. Ira Ringold acoge a un arrobado Nathan de 15 años como su pupilo y lo anima en su carrera de escritor, por supuesto, de escritor comprometido, las palabras como látigos contra la injusticia y la hipocresía del mundo.
En esa época comienzan las listas negras del senador McCarthy y Nathan escribe un guión radiofónico que le enseña a su profesor Leo Glucksman. La obra se titula “El secuaz de Torquemada”. Leo se lo arroja a la cara con repugnancia y le espeta (copio casi textualmente):
“-¿El arte como un arma?-me dijo, la palabra arma llena de desdén, y ella misma un arma-¿El arte como el reflejo de adoptar la postura correcta en todo? ¿El arte como abogado de las cosas buenas? ¿Quién te ha enseñado que el arte está al servicio del pueblo? El arte está al servicio del arte y, de lo contrario, no hay arte que merezca la atención de nadie ¿Quieres rebelarte contra la sociedad? Te diré cómo debes hacerlo: escribe bien ¿Quieres abrazar una causa perdida? Entonces no luches por la clase trabajadora. A ellos les irá bien. El trabajador nos conquistará a todos, de su necedad fluirá la bazofia que es el destino cultural de este país filisteo. ¿Quieres una causa perdida por la que luchar? Entonces lucha por la palabra. No la palabra ampulosa, no la palabra inspiradora, no la palabra que anuncia al respetable que eres una persona maravillosa, admirable, compasiva, que está al lado de los oprimidos ¡No, lucha por la palabra que dice a las pocas personas cultas condenadas a vivir en Estados Unidos que estás al lado del mundo! Este guión tuyo es basura. Y hiede al alto cielo de tu virtud ¡La terrible tentación del idealismo! Tienes que dominar tu idealismo, tu virtud tanto como tu vicio, has de conseguir el dominio estético de todo lo que te impulsa a escribir en primer lugar: ¡tu indignación, tu política, tu pesadumbre, tu amor! Empieza a predicar y tomar posiciones, empieza a ver tu propia perspectiva como superior, y eres una nulidad como artista, nulo y ridículo ¿Por qué miras alrededor y te conmueves? La gente cede con demasiada facilidad y finge sus sentimientos. Quieren tener sentimientos enseguida y escandalizarse o conmoverse es lo más fácil, así como lo más estúpido. Proclamaciones. ¡Al arte no le sirven de nada las proclamaciones! Llévate tu encantadora mierda de este despacho, por favor”
Glups…
Glucksman vs Ringold.
Ganador…..
Philip Roth
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