A finales del siglo XIX Nueva Orleans ya era una ciudad en decadencia, al haber sustituido el tren a los grandes barcos de vapor que surcaban el río como medio de transporte entre el norte y el sur. Decadencia económica y podredumbre: en 1880 la esperanza de vida entre los negros de Nueva Orleans era de 36 años; la de los blancos de 46; la mortalidad infantil entre los negros era de un 45%; la mortalidad general superaba en un 56% la de cualquier otra ciudad norteamericana. Ted Gioia cree que toda esta atmosfera influyó en el nacimiento del jazz:
“Considerada en su contexto espaciotemporal, la extrema fascinación de los habitantes de Nueva Orleans por las celebraciones, por los desfiles y las fiestas –fascinación que alcanza su culminación en el desfile fúnebre de Nueva Orleans, extraordinaria combinación de lo fúnebre y lo festivo- recuerda a los cortesanos de la obra de Alan Poe “La máscara de la muerte roja”, cuyas celebraciones les permitían distanciarse de los sufrimientos y las pestilencias. Desde cierto punto de vista, esta exuberancia no es sino decadencia; desde otra perspectiva se trata de un mecanismo de defensa necesario en una comunidad al borde del abismo”
Según algunos autores el jazz nació catalizado por todo este ambiente de degradación económica, social y… moral; no en vano, la leyenda sitúa el nacimiento del jazz en una zona de burdeles llamada Storyville inaugurada por la autoridades (¡) en 1897 y clausurada en 1917. Esta música del diablo interpretada en los burdeles y procedente de la mezcla de blues, ragtime, música española, francesa, música culta europea y música africana se vio también muy influida por la pujante tradición local, originaria de la guerra civil, las bandas de metal:
“Los trombones iban siempre los primeros. Detrás los instrumentos pesados, bajos, tubas y barítonos. Entonces los contraltos y detrás los clarinetes. Después las trompetas, siempre dos o tres y, finalmente, un bombo y una caja”
Buddy Bolden comenzó a tocar la trompeta a mediados de los años noventa y al final de la década su banda era famosa por su atrevida incursión en los ritmos sincopados de ragtime con inflexiones de blues. Se le considera el primer músico de jazz, aunque esta música no tenía todavía nombre y las primeras grabaciones tardarían por lo menos 20 años más. Quiso el destino que fuera paradójicamente una banda de blanquitos, la Original Dixieland Jazz Band, la que realizara por primera vez grabaciones comerciales, aunque sería el histriónico Jerry Roll Morton y el trompetista Joe “King” Oliver los que llevarían a su máximo esplendor esta primera etapa definida por el sonido de grupo. Oliver, establecido en la nueva capital del jazz, Chicago, decidió, sorprendentemente, añadir una segunda trompeta a su grupo; el músico elegido fue Louis Armstrong. Este fue el principio del fin de las bandas de jazz.
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