El lugar donde decir todo lo que no nos cabe en las canciones. Quizá no sea mucho.
miércoles, 1 de julio de 2009
¡Tú!, Sí, tú... el redondo con agujero...
Nos encontramos en las fases finales de grabación de nuestro segundo CD que vamos a llamar…
Reconozcámoslo: no sabemos cómo lo vamos a llamar.
Parece que ya está todo lo importante: se escogieron las canciones, se grabó la base rítmica, las guitarras, teclados (Pepe-por-favor-bueno-ya-lo-arreglaremos), voces, saxo, percusión y arreglos de vientos y otros fenómenos meteorológicos como un coro de niños (esto es rigurosamente cierto)… pero no tenemos nombre. Y eso también es importante. A una persona aún le puedes llamar “Oye” (no más de una vez, supongo), o “Cari” (si es chica y tú eres un poco cutre) o “Mari” (si es chica y tú deberías acordarte de su nombre, pero no, y tiras por lo probable).
Pero a un disco no. A un disco, como a un libro, le hace falta un título.
¿Cómo hacerlo? ¿Como a los niños? Pero claro, entre discos… ¿Que se llame como el abuelo? ¿Y quién sería el abuelo? ¿Sgt Peppers?, no, no reconocería su patenidad ni en segundo grado. ¿Mejor como el primo Thriller? (no, estamos de duelo, no puede ser)...
Me he estado informando. Las posibilidades son: (1) ponerle el mismo nombre que el del grupo (lo que supone una especie de onanismo bizarro en nuestro caso), (2) el nombre de alguna canción del disco (nos quedaríamos con “Helarte de regalar” o “De buenas maneras” o… pero es que, al final, es como lo de “y tú ¿a quién quieres más?”, (3) el nombre de algo significativo en relación con el momento en el que surge el disco (entonces, no hay duda, se llamaría “Más Coronitas, Venga”, aunque también podría ser “Sin compromiso, chicas”), (4) ponerle un nombre extraño para que todo el mundo te pregunte por qué (“Taquifilaxia Global”, “Días difíciles para los Gourmets”, “Dylan nunca supo lo nuestro”, incluso con iniciales, “YYCQS” [Y Yo Qué Coño Sé]… ), (5) no ponerle nombre (para que digan algo así como “¡Ah! ¿Éste es el famoso “album blanco” de La Momia?”).
El caso es que aquí estamos, más atascados que el desagüe después de la ducha de Chewbacca, perdidos en el proceloso mar de la denominación.
Recuerdo cuando le pusimos nombre a nuestros hijos. Empezamos con que si sonaban bien o mal (con y sin eses y contando con el apellido y su posible sinalefa), seguimos con el significado del nombre (Julia: “la que es fuerte de raíz”, Raquel “la oveja de Dios”…), no olvidamos considerar si era más o menos frecuente (a ver si se va a llamar como media humanidad) ... Al final la cosa fue como intermedia, optamos por ponerles el nombre de buenos amigos, y, además resultó que el primero significaba “el que vive en casa nueva”, de lo más adecuado para después de una mudanza, y el segundo nombre (que fue para la niña), alude a la epifanía (o sea, significa “manifestación, aparición”) y denota (interpretación numerológica dixit) una “naturaleza emotiva vehemente que se manifiesta en la expresión artística, las cosas del honor y las del humor. Ama el color, las proporciones y el ánimo alegre. Le gusta sentirse complementada”. Ahí, desde luego, acertamos.
Pero ahora ¿qué hacemos con el nuevo disco? Le podríamos llamar “Gaudencio” (el que está alegre y contento) o “Shakira” (que es un nombre árabe que significa “gracias”, pero creo que ya está cogido).
En fin, se aceptan propuestas (en forma de comentario, a ver si así os animáis).
Besos,
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4 comentarios:
"Helados"
"Helados"
OK, no está mal: los helados son fríos, pero dulces.
Y si está "Helarte de regalar", los regalados, entre los que me incluyo, estamos "helados".
Nada mal.
Eso sí, tu nickname, sobrecogedor.
Pues a mí me gusta Oye.
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