miércoles, 11 de noviembre de 2009

Cosas (supuestamente) divertidas (VIII): Colecciones


Los coleccionistas somos gente, en realidad, muy competitiva. Siempre buscando otra pieza más, otra rareza. Abriendo huecos que después hay que rellenar.

Entre nosotros los hay entregados a las disciplinas más clásicas: la numismática o la filatelia. Pero, aún formando parte —conceptualmente, ahora apenas salgo— de este dedicado club, me sigue costando admitir que alguien entregue sus tardes a dilucidar si esa peseta de 1952 es, realmente, una “flor de cuño” o si esa moneda de cobre de diez céntimos de la República tiene ahora más valor que el del propio metal. De la misma forma, me cuesta aceptar que se le dé importancia a un matasellado búlgaro por encima de uno, no sé, sueco o que, armado de su preciso odontómetro, el paciente filatélico clasifique el sello en función de —por supuesto y por qué no— su dentado.

Pero mucho más allá de las bien delimitadas fronteras de estas disciplinas, digamos, clásicas estamos los coleccionistas que podríamos denominar como francotiradores: los que suponemos que el motivo de nuestra colección es único, los que promovemos nuevas formas, abrimos sendas. Aunque, para la mayoría de nosotros, la adicción de cualquier otro colega coleccionista resulta completamente inexplicable. Yo, desde luego, tampoco comprendo las razones para acumular pequeños juguetes antiguos de latón, o dedales, o cucharas de plata con los escudos de las capitales de provincias, modelos (en genuino plástico chino) de muebles estilo Luis XV y, faltaría más, los dichosos buhos de la suerte. Y no es por la calidad de lo coleccionado: tampoco entiendo a los más ricos de entre nosotros, entregados a los coches de época (reales), a los huevos de Fabergé o a los libros de bibliófilo. El verdadero coleccionista es un descubridor, un conquistador de territorios. Alguien que ya subraya y anota al margen cuando los otros todavía no ven.

Yo colecciono apagones. Apagones eléctricos. Mi colección abarca todos los que han tenido lugar desde el Gran Apagón del Noreste del 9 de Noviembre de 1965, que dejó a unos 25 millones de personas sin electricidad durante unas 12 horas entre Canadá y Estados Unidos. Lo he considerado el Apagón Fundacional por la curiosa coincidencia… sí, una coincidencia, enseguida, paciencia… pero también por sus dimensiones y repercusión: fue motivo de un capítulo de “Embrujada” en el 66, se menciona en la canción Massachusetts de los Bee Gees y se recrea en una película injustamente olvidada.

Y luego, claro, está lo de mi padre.

No es fácil encontrarlos, apagones con valor para un coleccionista, para un experto. Para un degustador, me refiero. Algunos los he identificado por testimonios directos, otros en hemerotecas o en libros especializados. Ahora los persigo por Internet, desde luego. Después los clasifico por su importancia demográfica, económica, por su repercusión en la natalidad, por los brotes de violencia con la que se asocian, por las anécdotas. Me fascina su carácter básicamente imprevisible, la inmediata sensación de vulnerabilidad de los afectados o sus bizarras explicaciones a posteriori (siempre hay alguien que avistó, poco antes, un OVNI, que lo presintió asociado a un pequeño temblor o a una estrella fugaz…).

Me gusta pensar en los apagones como sucesos raros, una amenaza, un arcaísmo en nuestra era supertecnológica. Habitantes de otras épocas. Pequeños dioses que nos arrastran a sus zonas oscuras.

Zonas oscuras como recuerdos.

Porque, sí, por supuesto, me recuerdan tanto a mi padre. Aún puedo ver esa mirada ausente, después de cada ataque. Él insistía en llamarlo epilepsia, pero a mí lo que contaba me recordaba mucho a la sensación que teníamos los demás cuando se iba la luz en casa. Entonces sucedía a menudo. Y después de cada ataque, yo lo apuntaba todo en una libreta: duración, secuelas físicas, posibles desencadenantes, cambios de dosis o de medicación. Mi primera colección.

Y el primer hallazgo: cuando aprendí la clave, cuando pude jugar, por fin, a provocar sus convulsiones a mi voluntad, haciendo oscilar casi imperceptiblemente la luz del comedor o la de la lamparilla de la mesita de noche con los reóstatos del juego de ciencia que me regalaron en Navidad.

Ahora él ya no está. ¿Qué me movería a alterar las luces del salpicadero de su coche precisamente aquella tarde, el 9 de Noviembre de 1965? Sí, quizá sólo sea una coincidencia. Dos apagones simultáneos, como parpadear a la vez que quien te está (te estaba) mirando. Pero, claro, los coleccionistas, ¿lo he dicho ya?, siempre buscamos otra pieza más, otra rareza, huecos para rellenar Y, como esos narcotraficantes que contemplan su Van Gogh robado en la cámara acorazada —una visión grandiosa pero que nunca podrán compartir— ahora sólo yo puedo admirarme al repasar una y otra vez esa extraña casualidad. Aunque me consuela que él, desde dónde esté, estará orgulloso de mí, viéndome entregado a su verdadera esencia, a lo que lo hacía único.

A coleccionar apagones.

Como papá.

14 comentarios:

MAbel dijo...

¡Vaya racha llevamos de post magistrales (incluyendo, claro está, el wanted)!.. muy chulo.. no sé por qué me ha recordado a algún personaje de David Lynch o quizá de los hermanos Cohen pasado por la turmix de Borges y con la mala leche de.. Pepe Momia!
Una gozada chicos.. ¡pasen y lean!

MAbel dijo...

Ya solo te quedan 2 post más para que desaparezca de la portada el post "wanted"..
los que no lo hayan leído que se den prisa..
es una especie de genial avalancha para taparlo.. lo sé chaval

Pepemomia dijo...

Algunos escritores temen la página en blanco, yo la página "wanted". Pero tranquilo, sólo quedan 2 para completar esta serie de 10 (otra vez).
Bill propuso hacer visionados colectivos de pelis (alguna pista ya ha ido cayendo) y luego comentarlas... ¿sería el primer cine-blog-forum?

MAbel dijo...

Qué buena idea.. lo del cine blog forum.. habría que empezar a quedar un día en plan fijo. Proponed una primera peli, un día y ofrezco mi salón.. además invito a las palomitas. Otra cosa.. pelis para todos los públicos y que los nenes también puedan bloggearlas

Pepemomia dijo...

ya sabes el concepto de pelis para niños de Bill...

Malena dijo...

¡Que barbaridad! Gracias por estas notas...nunca me atreveré a tener mi blog...prefiero decir que este es el mio. Sony

Pepa González dijo...

Bueno, había pensado en:
Peli: Apocalypse Now (versión redux)
Libro: El corazón de las tinieblas. Joseph Conrad.
Canción: Aguas peligrosas. A. Calamaro.
Como sabeis, coppola se inspiró (libremente) en El corazón de las tinieblas para hacer Apocalypse. A su vez, AC se inspiró en Apocalyse para escribir "Aguas peligrosas". de ahí sale el título de su web y de su estudio: deep camboya, camboya profunda.

Ahora me dirán mis amados pero mojigatos amigos que no es peli para niños (ni país para viejos), como si los niños no supieran lo que es el HORROR mejor que Marlon Brando.
Me sale la vena realista para decir que tal vez debiéramos mejor verla en casa y comentar aquí. Es tan difícil coincidir que si esperamos ya habrán hecho la II.
Bill

Pepemomia dijo...

¡Tiembla FNAC!

Pepa González dijo...

Magnífico, Pepemomia!!. Lo archivaré para mi colección de "crímenes perfectos", aunque antes te tendría que preguntar un par de detalles, ya sabes, uno se vuelve quisquilloso con los años.
MAbel, pues a mí me ha recordado a La Huella, ¿Os acordais de aquella película?, me pasó algo parecido al post del Catanas con El Desencanto. Si es que uno va apuntando desde pequeñito...
Mi propuesta es "The Last Picture Show" y "Texasville".
Propongo también verlas EN EQUIPO, lugar, ofrezco salón de mi casa, incluye cervezas, palomas, cenita...,fofá...

Justine dijo...

Me apunto al cine-blog-forum desde mi propio sofá. Qué buena idea.

MAbel dijo...

Apocalypse no es para niños catanas ... se aburren (marlon está un poco plomo, hay que reconocerlo)
Un mojigato

Pepemomia dijo...

¿Habéis visto esto?:

http://www.alfaguara.santillana.es/blogs/elhombre/2/blog-post/428/sobre-pelis-de-los-panero-+un-poema/

Pepa González dijo...

Bueno, MAbel, pues para los niños tengo La Matanza de Texas.
Hace??
Las palomitas pueden ser con azúcar o saladas.

Bill, el de la catana dijo...

Muchas gracias por el link, Pepe.
Lo he disfrutado mucho.